27.11.07

Leo Zuckerman, 2 de julio


En ocasión del aniversario de las elecciones en México, algunos intelectuales hacen un análisis de la presencia del gobierno calderonista. Este es el texto original de la charla con Leo Zuckerman. Abrazo gigantesco.

Por Pedro Díaz G.

* Texto sin editar.

--Ya transcurrió un año desde la elección del 2 de julio. ¿En su opinión, en dónde estaba México y en donde está hoy?

--Hace un año estábamos en un periodo de mucha incertidumbre propia de un proceso electoral difícil. En una democracia se sabe que una de las reglas básicas es el conocimiento de los resultados, y a estas alturas hace un año no sabíamos quién iba a ganar. Sabíamos que iba a ser una elección competida, y vaya que lo fue.

Yo creo que un año después estamos en un periodo de gobierno donde hay mucha más certidumbre política y donde comienzan a darse, yo pienso, importantes acuerdos en el poder legislativo. Cualitativamente los dos periodos son muy diferentes en términos de la incertidumbre y la certidumbre que tenemos hoy en día.

--¿Qué ganamos como sociedad entre ese día y hoy?

--Yo creo que ganamos en el sentido de que se pudo dar otro proceso electoral en el que yo sostengo que el resultado fue el problema. Fue un resultado muy estrecho entre el primero y segundo lugar, que puso a prueba, verdaderamente a prueba a las instituciones electorales. No sabíamos si tanto el IFE como el Tribunal Electoral de la Federación iban a procesar esta elección tan competida y el conflicto postelectoral que se vio; y sí pudieron. Realmente muy presionadas y todo, pero salió avante este sistema electoral, que por cierto al país le ha costado mucho establecer.

--¿Y cree que su confiabilidad continúe. Que la gente vuelva a las urnas con las mismas expectativas de transparencia?, ¿qué perdimos?

--Hay que ser muy cuidadosos en esto. Yo creo que hay mucha gente dentro de la opinión publicada, que pone en duda la credibilidad y confianza del IFE y del Tribunal, pero es muy diferente si uno ve a la opinión pública, medida en las encuestas, en donde por lo menos el IFE, después del Ejército Mexicano es la institución pública que tiene más credibilidad y confianza entre los ciudadanos.

Ciertamente ha bajado y bajó con respecto al 2006, pero sigue siendo una de las instituciones con mayor credibilidad y confianza. Yo creo que hay que ser muy cuidadosos en sacar conclusiones de que realmente el IFE está en la lona; no lo está, por lo menos, y te lo voy a poner así, no es lo que piensa Leo Zuckerman, es lo que se refleja en todas las encuestas que yo he visto.

¿Qué Felipe Calderón ve hoy y qué Felipe Calderón veía en aquellos días?

--Yo veía a un candidato que hizo todo para tratar de ganar, que sorpresivamente vino de atrás para meterse en estaba pelea. Y más bien habría que pensar en FC hace dos años, digamos en julio de 2005, pues nadie o muy pocos le daban la posibilidad de que se convirtiera en presidente de México. Y un año después pues estaba peleando seriamante esa presidencia, vino de atrás, consiguió la candidatura del PAN, luego le empató a López Obrador, lo cual parecía muy difícil, y un año después está sentado en la presidencia de la República. Veo a un personaje que se ha tenido que ganar poquito a poco la situación de donde está, hasta la posibilidad de sentarse en la presidencia, porque todavía el primero de diciembre dudábamos si iba a tomar posesión o no. Entonces hemos visto a un personaje que no las ha tenido fácil, que ha tenido que luchar. Y yo creo que esto ha sido benéfico para el país en el sentido de que sabe Calderón que no se puede equivocar, pues los márgenes de error son muy estrechos y eso le ha ayudado a ser muy prudente en muy sensato en sus decisiones de gobierno.

¿Como presidente qué ha mostrado y qué ha dejado de tener?

–Ha mostrado que tenía muy claro que tenía que irse con pies de plomo. Que su gobierno se debía ir por la ruta de la gradualidad, no de los grandes cambios. Ir ganándose poco apoco batallas, y creo que en un sentido es un presidente que ha demostrado prudencia y sensatez en estos meses, insisto. Ahora, qué le ha faltado, pues quizás mandar un mensaje de un mayor liderazgo, para promover grandes cambios que necesita el país. Y bueno, muchos esperarían ver a un presidente mucho más líder.

--¿Y López Obrador? ¿Cómo lo veía entonces y cómo lo ve hoy?

--Bueno, pues hace un año se veía como el candidato a vencer. Y yo creo que aunque las encuestas mostraban una elección bastante empatada la verdad es que la mayoría de la gente pensaba que López Obrador iba a ganar; yo creo que él mismo también se lo creyó y creo que no supo procesar la derrota y creo

cometió muchos errores que le han llevado a que un año después de un personaje con una popularidad muy baja, otra vez, de acuerdo a lo que dicen las encuestas.

¿Cuál es su opinión sobre el papel que ha jugado de entonces a la fecha. Inclusive despareció del panorama político durante algunas semanas.

--Pues mira, primero estuvo muy presente. Tan presente que hizo ese plantón, que para mí fue un error político. Y pues sí, se fue desapareciendo del mapa, sobre todo después de la toma de posesión del presidente Calderón, pero las encuestas demuestran una caída en la popularidad de un candidato que fue tremendamente popular.

--Profesor, aunque casi lo hayamos olvidado, hubo un tercero. Del Roberto Madrazo de ese 2 de julio al Madrazo autor del libro La Traición, ¿qué se puede evaluar?

--Pues nada, ahí sí lo veo igualito. Un hombre absolutamente obsesionado por las intrigas palaciegas, más un operador político de grupos y fracciones, más que un personaje popular. Y creo que un año después sigue no siendo un personaje popular.

¿Cómo ve al PAN de entonces y al de hoy en su relación con la Presidencia?

--Al de entonces y al de ahora mal. Nunca se han querido estos dos personajes, Felipe Calderón y Manuel Espino. Ahí sí no hay cambios, salvo que ya sentado en la presidencia Felipe Calderón se ha encargado de menguar el poder, y lo ha logrado, de Manuel Espino. Desde la asamblea de hace unas semanas prácticamente desapareció del mapa.

--Se nulificó.

--Lo nulificaron.

--En teoría ¿debe haber una sana distancia entre presidencia y el partido que le llevó al poder?

--Yo no creo en eso. Yo creo que todo gobierno es un partido político en el poder. Y entre más relación y cercanía haya entre el gobierno y el partido es mejor para ese partido, para el gobierno e incluso para el país. Lo que pasa es que nosotros vivimos de los traumas del sistema autoritario mexicano, donde pues el partido era un brazo político electoral del gobierno, pero en toda democracia debe de haber una cercanía entre ambos.

¿Hace bien Manuel Espino en reclamar autonomía y no intervención presidencial en el partido?

--Pues ya vimos cómo le fue. Si nos atenemos a resultados, pues no.

--¿El PRI de hoy es mejor oposición, más eficaz, más incluyente, más colmilludo que el PRI de hace un año?

--Sí, sin duda, pero el PRI le debe el ser una oposición tan fuerte, al PRD. En la medida en que el PRD no ha querido negociar con el gobierno; al gobierno no le queda otra más que negociar con el PRI, y en el PRI, que son muy zorros, le han puesto un precio muy caro al PAN para negociar, pero no le dejan de otra. Entonces, la fortaleza hoy del PRI la explica la necedad del PRD de no negociar.

--Y el PRD: ¿cómo ha manejado la situación de tener un avance electoral histórico en el Congreso con el reclamo de López Obrador de que la Presidencia de Felipe Calderón es ilegal e ilegítima?

--En esta historia lo más lamentable de todo es cómo el PRD está desperdiciando su fuerza en el legislativo, cómo un triunfo histórico como fue lo del 2006 en el legislativo, donde avanzaron tanto, pues lo puedan echar al caño, que sean una fuerza que nadie toma en serio. Ellos mismos se han marginado y eso no le conviene a la izquierda mexicana.

--Profesor y hubo un gran sector de la sociedad que en al principio se aglutinó en una resistencia, que también se fue diluyendo.

--Sabemos que las resistencias siempre tienen rendimientos decrecientes. Conforme va pasando el tiempo se va perdiendo el ímpetu de esos movimientos. Y creo que eso le ocurrió. Y hay que reconocerlo: el movimiento de resistencia civil que trató de establecer López Obrador, pues tenía una base social en el Distrito Federal, quizás en Oaxaca, o en otras entidades, pero nunca fue algo tan grande a nivel nacional.

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