5.11.07

Totalmente desbordadas



Por Pedro Díaz G.


Sorprendente: amanecer gélido de domingo sobre Horacio, casi llegando a Platón. Los filósofos griegos no lo creerían: sobre uno de los camellones de Polanco, una enorme fila de mujeres se organiza para conformar 50 grupos de 10. Correrán 100 metros y lo harán en tacones de aguja.
—Nunca en mi vida he corrido ni 50 ni 100 ni 200 metros. Pero aquí me tienen —comenta la señora Laura Ponce, quien junto con su hermana Itzel, ambas rondando los 60 años, elegantes esperan su turno para iniciar—, feliz, muy contenta por reunirme con tantas mujeres y convivir, pero sobre todo por donar parte del dinero a niños con problemas... De verdad, hijo, lo que cuenta en estos casos es el espíritu: que tu alma nunca envejezca. Escúchame y llegarás a viejo.
Uno-dos, uno-dos, uno-dos.
Un preparador físico da órdenes al heat (grupo) número tres, de los 50 que competirán. Diez mujeres en la zona de calentamiento obedecen: flexión de piernas, sentadillas. No dejan de moverse. El frío hace tiritar. Los atrevimientos por lucir arregladas, exquisitas, son demasiados. Una dama luce singular par de zapatos a los que adorna en la punta una corona real en piedras preciosas. Otra viste sus mejores joyas.
–¡Qué elegante, madame!, permítame decirle –y la dama sonríe. Es Lucy Barajas y destaca por un albo abrigo de mink. Rubia, afable, cede al coqueteo de más de uno, a pesar de ir de la mano de su novio.
–Muchas gracias –responde y abre el abrigo para deleite de los desmañanados que curiosean por aquí, cámara de teléfono en mano. Lo que aparece nubla los sentidos: viste un bello conjunto de lentejuela en tonos azul. Top y minifalda. Es la más atrevida en esta invernal mañana. ¿O lo es aquella joven de perfil griego, con cortísimo vestido blanco de coctel? ¿O qué tal la de shortcitos negros y medias en tonos lilas? ¿O la de falda atigrada?
Polanco, una de las zonas chic del Distrito Federal, 28 de octubre, siete de la mañana. Para muchas de las participantes, esto es lo más cercano a los principales desfiles y pasarelas internacionales: New York, Milán y París Fashion Weeks, Pasarela Cibeles, Pasarela Circuit, Pasarela Gaudí, Moda Barcelona… Qué frío, pero ¿te lo vas a perder?

El clima aturde. Pero desde las cuatro o cinco de la mañana en algunas decenas de hogares las mujeres sacan ropas del clóset, se maquillan, se peinan y atavían con el abrigo reservado para el invierno, la estola de mink, las elegantes gabardinas y, por supuesto, las más bellas bufandas, sombreros, capas; salen del armario chalinas, tweed, cashmir, todas las lanas, las sedas.
Estrenan horario, apresuran el paso. Rubor, labial. Más spray sobre la cabellera. Van llegando a la cita, en Molière y Horacio, perfectamente aliñadas. Correrán. Cien metros, los mismos que se han delimitado sobre la explanada del Palacio de Hierro. Siete patrullas, 27 elementos policiacos. Tres ambulancias.
¿Por qué correr en tacones? ¿No resulta peligroso?
–Es como un homenaje a los diseñadores internacionales –comenta Alejandra, dueña de un negocio al sur de la ciudad, quien sobre la cabeza lleva un sombrero de arlequín y traje negro, altos tacones– y porque si las mujeres lo hacemos todo en tacones, claro que podemos correr los 100 metros. Y porque –estalla en un júbilo sospechosamente elocuente– ¡es padrísimo!
Colores que proponen toda la gama de los rosas, luces plateadas, interesantes texturas, looks a la moda, las mejores colecciones, modelitos alternativos o vanguardistas, propuestas para la temporada otoño-invierno, confrontación entre tonos neutros y luminosos, amarillos, beiges, negros, mandarinas, grises, chocolates, azules real, ocres y violetas.
Uf. Pero hay que correr. Ya lo hacen las primeras 10. Suenan a todo volumen los altavoces: “Arriba-las-mujeres-arriba-las-mujeres-arriba-las-mujeres”. Eso escupirán la mañana entera.
Al lado de las vallas que delimitan la pista hay cientos de espectadores.
–¿Qué esperamos? –se escucha, estridente, exigente–, a ver, todos a aplaudir. Vamos. A mover las manos. A saltar. A quitarnos el frío... ¡Y que-vivan-las-mujeres!

Las mujeres. Las hay de todo perfil. Decenas de mexicanas han acudido a una “divertida carrera en tacones” por, entre otras, las siguientes razones:
a) Porque parte del dinero será donado a una asociación contra la parálisis cerebral infantil.
b) Porque para todas ellas era un reto correr sobre una altura mínima de siete centímetros de tacón.
c) Porque la carrera se inspiró en competencias europeas: Berlín, Praga, París, San Petersburgo.
d) Porque desean sentirse totalmente glamorosas.
O quién sabe, pero están aquí, a la espera de su heat eliminatorio. Antes de correr, todas las participantes hacen calentamiento y aprueban el control de altura de los tacones.
Uno de los más sorprendidos es David Álvarez. Su empresa, Asdeporte, sucumbió a la tentación de organizar tan sui generis competencia.
–¿Por qué?
–Porque estamos seguros de que las mujeres son capaces de superar cualquier obstáculo, por alto que sea.
–¿Únicamente?
–No. Porque una tarde recibimos una llamada de Fernanda, la de la revista, con la idea de hacer una réplica de lo que ya se había visto en París. Traía todo el entusiasmo: había hecho las alianzas con la tienda departamental y nos ofreció la organización, nos contagió y aquí estamos, fascinados.

Pero no todo fue tan lindo. Vía internet, 193 firmas de mujeres y hombres que viven en México, Argentina, Estados Unidos, Guatemala, España, Alemania, Francia, Perú, Canadá, Bélgica, Ecuador, Brasil e inclusive Timor Oriental, suscribieron un reclamo.
Con ayuda de periodistas de la agencia Cimac quisieron “alertar a las mujeres que estén considerando regalar sus recursos para poner en riesgo su salud y hacerle saber a las autoridades que la ciudadanía tiene conciencia y opinión. Ojalá se cancele el evento”.
Se opusieron desde la convocatoria. Sus argumentos:
1) La salud de las mujeres: es necesario que desarrollemos una mayor conciencia en cuanto a nuestra salud y autocuidado. 2) El consumismo degradante que caracteriza al sistema económico en el que vivimos: arriésgate, haz el ridículo, rómpete un pie... y entra a comprar a mi tienda. Y 3) El impacto de la publicidad y su influencia en el imaginario colectivo respecto al cuerpo de las mujeres.
Pero Berenoise afirma: “No hay que ser tan negativos, sólo son 100 metros, y la convocatoria está genial. Yo me apunté por lo divertido de ver a montones de mujeres bien guapas corriendo, aunque estoy segura de que un travesti corre esos 100 metros en menos tiempo que cualquier chica”.
El aviso lo lanzaron la revista Fernanda y la tienda departamental El Palacio de Hierro: mujeres mayores de 25 años participen en una “divertida y singular competencia, única en México”: la Gran Carrera en Tacones 2007.
El pase a la final fue reservado para “mujeres por naturaleza” –órale, ya verán de qué se trata–, a quienes podrá exigírseles mostrar una identificación oficial que avale su edad y género.
Calzado permitido: zapatos de tacón de aguja de un mínimo de siete centímetros y un máximo de 10.5, sin plataforma. Inscripción: 450 pesos, de los cuales un porcentaje fue donado a la asociación civil APAC. En realidad, el donativo no fue muy abundante. Apenas de 50 mil pesos para una recaudación de un cuarto de millón de pesos. En fin.
Premios por 200 mil pesos en certificados de regalo de El Palacio de Hierro. Suscripciones a la revista Fernanda, trofeos y medallas. Tres ambulancias prestas a tratar torceduras, esguinces, luxaciones o fracturas. Y premios especiales a “el mejor peinado”, “la más elegante” y “la mejor sonrisa”.
Organizadores: Asdeporte, con el aval de la Federación Mexicana de Atletismo (“Honor y espíritu deportivo”), la venia del Instituto del Deporte del DF y la delegación Miguel Hidalgo.

Ojo: Todas las participantes que pasen a la gran final deberán ser “muejres por naturaleza”. ¿Travestis?
Claro que los hay. Jorge, Alberto y Alejandro son tres amigos que estudian en el Colegio Holandés, viven en Polanco y esta mañana se divierten de lo lindo vestidos con las ropas de sus madres. Estrafalarias pelucas, maquillaje excesivo, pero sobre todo sus torpes pasos les delatan. No intentarán burlar al aparato de seguridad. Con este aspecto están destinados al fracaso. Lo que hacen es organizar con un grupo de unas 20 mujeres que luchan por quitarse el frío, carreras simultáneas al otro lado de Horacio.
Y allá va el simigrupo de corredores, con tres “travestis” a la cabeza. Están los medios de comunicación. Los obturadores no paran. No lo hace el ánimo festivo de participar en algo muy parecido a una locura.
Alguien cae en un heat eliminatorio. La joven es llevada a recuperación, a los masajes y a las vendas que tratarán de curar esos raspones que hoy se lleva tobillos y rodillas. ¿Carrera en tacones, en Polanco?
Brrr... Y con este frío...

De coctel, de Hollywood, de noche, formales, para home coming, vestidos negros, de manga larga, casuales, de fiesta, rojos, sexys, de algodón, para baile, de damas de honor, blancos y crema. Y el estelar, el que se llevará el premio a la elegancia: Hilda Hill corre con su vestido de novia.
–Porque es un vestido que usas en el día más importante de tu vida. Y hoy, para mí, es otro de los días más importantes de mi vida –confiesa la joven.
Se escucha muy femenina la envidiosa voz de otra de las corredoras: “Anda, ya. Deja el protagonismo. Y disfruta de tus cinco minutos de fama”.

Yamilé Alaluf es corredora mexiquense, campeona nacional de los mil 500 metros, está fuera de temporada, y la bolsa, para sus pies, no era sino la jugosa posibilidad de obtener el primer premio: 100 mil pesos, canjeables. No lo dudó.
–Vienes vendada.
–Sí, es que a estas alturas no puedo permitirme un tropezón, o alguna lastimadura. Sería fatal para mí.
Para Yamilé parecía un juego de niñas. No lo sería.
–Y correr en tacones, ¿es sencillo?
–Noooo. Dímelo a mí, que estoy acostumbrada a hacerlo con zapatillas especiales. Pero suena a una buena idea. Yo me coloqué este vendaje, me puse mis pescadores, elegí los zapatos más sólidos y voy por el triunfo.
Un par de reporteros especializados la reconoce.
–Va a ganar.

Aunque a todas se les promete que “en el stand de Saba les esperan unos muchachones bien guapos que les darán un riquísimo masaje”, no es verdad. Lo que hay es un nutrido grupo de mujeres masajistas que atienden a las participantes al concluir su participación. Mesas especiales, cremas, aceites. Trato de excelencia.
No por algo es su día. Habrá que consentirlas y para ello, todo un abanico de posibilidades: desde lociones o toallas sanitarias hasta sustitutos de azúcar y suscripciones a la revista patrocinadora de la carrera.
Es momento de recordar a Rosario Castellanos: “La mujer ha sido más que un fenómeno de la naturaleza, más que un componente de la sociedad, más que una criatura humana, un mito”.
La bruma se apodera de Polanco. Una leve garúa llena de rocío los cabellos, todos se enfundan en sus chamarras, o se colocan gorras y guantes. Ellas no. Quienes han venido a correr 100 metros planos en tacones, no sienten frío. Lo que sienten es...
–!Una emoción enorme¡ –clama Rosa Palma–. Es tan emocionante que en una carrera como ésta tengas a tantos fotógrafos y camarógrafos esperándote en la meta...
El cielo amenaza con lluvia.
Laura Sánchez observa cómo a varias competidoras se les salen los zapatos; otras pierden el tacón, y ella no desea perder la compostura: por eso saca una cinta de diurex y le da vueltas al zapato hasta que piel, calzado y cinta adhesiva son uno mismo.
Sólo los mejores 12 tiempos van a la final. Tres grandes velocistas se han colado: Yamilé Alaluf, Valeria Gómez y Areli Ovalle. La primera, campeona nacional en 1500 metros; la segunda, velocista egresada del Tec de Monterrey, campus estado de México; Areli, competidora a nivel nacional, es decir, todas, corredoras de élite.

Hay premio a la mejor sonrisa (Alejandra Ramírez), al mejor peinado (Heidi Meza) y a la más elegante (Hilda Hill).
Y cuando casi es el mediodía de este helado 28 de octubre, la final: a la orden de salida, una docena de mujeres corre por su vida. Tras la meta está la olla del dinero: 100 mil pesos a la más veloz; el segundo sitio 30 mil, el tercero 20 mil y las otras nueve finalistas, cinco mil asegurados cada una.
Todos creen que Valeria ha ganado. Pero la foto final, el cierre apoteósico, el levantar de brazos y la ovación generalizada son para Yamilé, quien, experimentada, no aflojó el paso sino hasta cruzar la meta; Valeria desaceleró antes y eso le costaría perder 100 mil en vales canjeables.
La ganadora oficial es Yamilé, de 31 años, con 14.74 segundos, que los organizadores aseguran es un nuevo récord mundial en la modalidad.
–Hice ejercicios de velocidad toda la semana, aunque con los tacones sólo entrené un día –confiaría Yamilé.
El reporte oficial: algunos raspones menores. Nada de gravedad.

Fue un domingo diferente. Por las calles de Polanco, ante el azoro de Platón, Horacio, Molière, desde las siete de la mañana esto se convirtió en lo más cercano a las Fashion Weeks, a la Pasarela Cibeles, al festival Moda Barcelona… 500 mujeres se pavonearon, totalmente desbordadas.
Qué frío, pero ¿carrera de tacones en Polanco? No nos la podíamos perder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario