1.1.09

El deporte en México: 1946


Pedro Díaz G.

1946.

5 de febrero.

Se agita el ánimo en el mundo del toro.

Porque es inaugurada la plaza más grande del mundo: la Monumental México, con cupo para 48 mil 699 personas. Cierra sus puertas el 3 de marzo el viejo coso taurino: El Toreo, de Cuauhtémoc y Alvaro Obregón. Un nuevo El Toreo se construye en el sitio llamado Cuatro Caminos, adelante de Tacuba y rumbo a San Bartolo Naucalpan. Son demolidos, por obsoletos, el Tívoli del Eliseo, en Bucareli, y a casa del Marqués de Santa Fe Guardiola, en Madero y Ruiz de Alarcón.

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Mayo. 1946.

Todavía duelen al mundo sus heridas de guerra y México se estremece por la llegada de quien ha sido considerado el mejor beisbolista de todas las épocas: Babe Ruth.

La de hoy es una ocasión especial: es 16 de mayo y el Parque Delta está repleto de aficionados que quieren ver de cerca al gran pelotero de la historia.

Comienza la sicosis colectiva y los espectadores pretenden encontrar en Ruth aquel poderoso instinto para batear que lo llevó a la inmortalidad deportiva.

Todos lo quieren ver entonces como lo recuerdan y esperan que conecte jonrones en ésta, que es una exhibición de bateo. Hace diez años que el Bambino decidió retirarse de los diamantes, después de 22 temporadas como profesional --entre 1914 y 1935-- tras jugar para Baltimore, Boston, Nueva York, y, finalmente, otra vez Boston para terminar allí su carrera.

Por su calidad de deportista mitológico, recibe un largo y respetuoso aplauso. Pasea por el terreno sus 52 años de edad. Y aquí está, entonces, ante el público mexicano. Todos se le entregan...

Salvo uno, vestido con bombachos: Ramón Bragaña, quien algo masculla.

El llamado Profesor, quien es manager y jugador de los Azules de Veracruz, es el elegido para lanzar al distinguido visitante, a modo, para que pueda conectar alguno de sus famosos estacazos.

Pero Bragaña se niega a servir de comparsa y no deja una sola pichada cómoda. Tiene el dudoso mérito de hacer abanicar al viejo Bambino con fuertes lanzamientos, desfiándolo extemporáneamente. Hasta que baja del montículo y permite lanzar a Alberto Romo Chávez, quien tira más suavemente hasta que Ruth conecta, por fin, un cuadrangular entre los jardines derecho y central.

Otro personaje respira tranquilo, además de Ruth: el empresario veracruzano Jorge Pasquel, quien se ha encargado de traer a la estrella, con gastos pagados, llevándolo no sólo al beisbol, sino que también le costea vacaciones en una playa mexicana. Lo invita a los toros y juntos juegan al golf.

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1946.

Junio.

Las dos caras.

En partidos de la zona americana, México debe enfrentar a canadá en la Copa Davis. La cita, en Montreal, del 13 al 15 de juio. México vence por un inobjetable 5-0. Los hermanos Armando y Rolando Vega no pierden un sólo set.

Pero el siguiente rival es estados nidos, al que hay que visitar en Nueva Jersey, del 29 de junio al primero de julio. Y sí, la moneda muestra su otra cara: el equipo mexicano pierde 5-0 y no gana ni unn sólo set.

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1946.

19 de junio.

El Mago del micrófono.

Es martes por la noche: fecha señalada para ver la anhelada revancha entre Joe Louis y Billy Conn, en Nueva York, por el título mundial de peso completo, que seis años antes había ganado Louis.

En México se vive el furor de los deportes: cada casa poseé ya un aparato de radio. Está en su apogeo, por ello, la pugna entre radiodifusoras: capturar oyentes es la única prioridad y el combate que se libra lejos del ring entre la XEW --que tiene en exclusiva el contrato de la transmisión y ubica en ring side a sus comentaristas Buck Canel y Antonio López Mendez--, y la XEQ, que sólo cuenta con Pedro el Mago Septién para contrarrestar al poderoso enemigo.

Lo anunció "esto" en su portada: "la única voz que puede darle la sensación de estar en ring side: la del Mago Septien. Sintonice usted su aparato a las 8 P.M"

Enrique Contel, gerente de la Q y descubridor del Mago, accede a tres péticiones del Mago: "Un buen par de audífonos; que hable con su hermano Carlos --jefe de operaciones de la W-- y le pida que me ponga una clavijita desde sus instalaciones, porque no quiero quedarme fuera si la W se sale o nos hace una treta; sí, ya sé que no es del todo legal, pero al fin que pertenecemos a la misma organización. Por último, que autorice usted que corten el programa que esté en el aire..."

Y ya es hora.

Cantan las hermanas Aguila. El Mago tiene todo listo y domina la situación mediante audífonos. Hace sonar la chicharra para producir la señal convenida, adentrándose abruptamente en el fragor del combate, por lo que se interrumpe la melodía.

Se escucha:

--En este momento da comienzo la pelea. Primer round del esperado combate entre Joe Luois y Billy Conn.

La gente está pegada al radio. Por todo México; hasta que transcurren uno, dos, tres, cuatro rounds. La W es un manicomio: nadie se explica la razón de que sus locutores oficiales --ubicados a la orilla del ring en el Yanquee Stadium-- no estén transmitiendo una pelea que ya está al aire en otra estación.

Y el Mago oyendo por aquella clavijita:

--¡Nos están haciendo pedazos aquí en México! Ya la pelea va en el cuarto round.

--Pero cómo, si aquí apenas se está celebrando la semifinal --protesta Canel.

Pedro Septién llega con su narración al round 13. Billy Conn, llamado La esperanza blanca, domina de calle la pelea, cuando viene un derechazo de Louis que obliga a que el réferi aplique la cuenta larga.

Una nueva señal de Septién a Jorge C. Tamayo, da paso a una breve explicación:

--Han escuchado ustedes una perfecta narración de la pelea que Joe Louis y Billy Conn sostuvieron en 1940... Ahora escuchen la revancha de esta noche..."

El Mago va más allá.

---...Mientras empieza la pelea, amigo radioescucha, acompáñeme a los vestidores de Billy Conn y Joe Louis.

En el trayecto habla el Mago con el actor Charles Boyer, quien se dirige al pueblo de México con un inglés afrancesado. Da su opinión de la pelea el torero José Luis Dominguín y hasta es entrevistado un latino que trabaja aquí como guardia de seguridad y que afirma haber sido amigo de Babe Ruth. Habla el Mago con Louis, quien gruñe con el típico acento de los negros cuando se le pregunta: ¿en qué peso vas a subir al ring?"

"No puedo responder a esa pregunta; espere a escucharlo en unos minutos", dice.

De regreso, Septién alcanza a hablar con la actriz Lupe Velez, la esposa de Jonhhy Weismuller, el mejor Tarzán de todos los tiempos.

Contra la costumbre de los prestidigitadores, el Mago revelaría sus secretos, posteriormente: transmitió desde la cabina de XEW, en el centro de la ciudad de México; que ocasionalmente se encontró allí al actor, cantante, compositor e imitador José Angel Ferrusquilla --quien regresaba de Estados Unidos donde trabajó como doblista cinematográfico inglés-español--, y que fue éste quien dio voz a todos los personajes entrevistados.

--Es la guerra --justificó Septién-- y de lo que se trataba era de ganar otra batalla..."

1946.

(Inauguración estadio Ciudad de los Deportes, 6 de octubre)

Tiene cada grupo, ya, sus instalaciones deportivas. Y locos pasean entre los pasillos escolares los estudiantes que gustan del futbol americano porque este domingo 6 de octubre se inaugura el estadio de la Ciudad de los Deportes. Y la Secretaría de Educación Pública ha decidido que el primer espectáculo en este nuevo escenario sea un encuentro entre el Universidad y el Colegio Militar.

Situado por el rumbo de Insurgentes Sur y con capacidad para 60 mil espectadores, el estaddio comienza a poblarse desde las nueve de la mañana.

Dos horas después, miembros del Colegio Militar y del Pentatlón Universitario hacen honores a la bandera, y a continuación los altavoces reproducen las palabras de Javier Rojo Gómez, gobernador del Distrito Federal, quien declara solemne, la inauguración.

Y después, acción en el emparrillado: los Pumas obtienen una clara victoria de 45-0, encabezados por sus estelares Alberto Córdova, Freddy Frolsen, Lalo Herrera y Humberto Cardona. Por los Aguiluchos destacan Guilermo Ziaurriz, Inocencio Cifuentes y Luis Bazet, quienes, a pesar de sus esfuerzos, poco pueden hacer para evitar la paliza.

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Diciembre de 1946:

Regresa a México un grupo de jinetes militares, todo orgullo. Han conseguido uno de los más espectaculares hazañas deportivas: 13 premios en 15 concursos. Encabezados por el mayor Humberto Mariles, ganan arrolladoramente en los prestigiados concursos hípicos de Estados Unidos y Canadá.

En el Madison Square Garden, compitiendo contra escuadras de Estados Unidos y Perú, conquistaron 6 primeros lugares de las ocho competencias del Premio Whitney Stone; ganaron siete de las ocho pruebas del concurso Gran Premio de Toronto.

Publica el diario esto:

"Sólo quienes hayan salido a competir en el extranjero podrán comprender en toda su grandeza lo que significa la conquista de 13 primeros lugares en 15 pruebas".

Han triunfado jinetes y cabalgaduras.

Regresa el equipo con 43 moñas, premios entregados a los caballos por su aporte en el triunfo de sus jinetes.

Y regresan, con un par de gigantescos trofeos:

El Whitney Stone, de plata pura, tiene aproximadamente un metro de altura. El Gran Premio de Toronto es una ponchera, también de plata pura, con base de 60 centímetros y una charola que es acompañada de un cucharón.

Sonríen, al pie del avión, quienes hicieron esto posible: Mariles, acompañado del capitán José Manuel Incháustegui, los tenientes Víctor Saucedo Carrillo, Raúl Campero y Alberto Valdés, y el capitán médico veterinario Federico Franco Manzo.

Los festejos no terminan en el arribo.

El 4 de diciembre las 39 misiones diplomáticas ofrecen una comida al presidente Miguel Alemán, en ocasión del cambio de poderes. Estarán los deportistas como invitados especiales a los que se les pide muestren sus talentos. Acceden los caballistas.

Es Quirino Uria López, coronel del ejército cubano y miembro de su Embajada, quien entrega al grupo la más alta condecoración otorgada por su país a un extranjero: la de Servicios Distinguidos a la Patria.

Se lee, al día siguiente, en Excélsior:

"Han sido pocos, muy pocos los triunfos internacionales alcanzados por deportistas mexicanos que puedan revestirse de trascendencia como el realizado por nuestros jinetes... Estos son los seis hombres que el pueblo de México debe recordar siempre para mostrarlos como un ejemplo de quienes han sabido honrar a la patria... Dejaron el nombre de México, el bendito nombre de esta naciòn, en un sitio tan alto, en una altura tan enorme, tan esplendorosa, que van a transcurrir muchísimos años antes de que puedan opacarse las seis letras que ellos esculpieron con su esfuerzo, con su innegable calidad de ases".

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1946

(Juegos Centroamericanos, Barranquilla, Colombia)

Por fin: 8 de diciembre.

Se escribe de deporte y no de guerra.

Vuelven a hermanarse las naciones.

Y son 30 mil las personas que se congregan en el estadio Municipal de Barranquilla. La juventud deportista vuelve hoy a la sana competencia: están aquí 1,540 atletas de 13 países. 18, los deportes programados.

Vuelan libres las palomas. Vuela libre el símbolo de la paz.

Y con las pruebas de atletismo dan inicio las competencias: mal presagio para los nuestros porque sólo conquistan una medalla de oro: la de Francisco González, quien lanza el martillo a una distancia de 41.87 metros.

El débil inicio incide en el resultado final:

Porque gana México en basquetbol varonil y femenil, en frontenis; rescata medallas en boxeo, lucha libre, tenis, gimnasia, golf y arrasa en la piscina y el foso de clavados: Alberto Isaac conquista los cien metros libres; Clemente Mejía, los 100 dorso; Apolonio Castillo, los 200 pecho; Isaac Castillo, Mejía y Ramón Bravo, los relevos 4x200; Rosa Gutiérrez, los clavados de trampolín y plataforma...

Tiene nuestro país una reina de los Juegos: se llama Esther Reyes y gana medalla de oro en dobles de tenis --acompañada de Carmen Christlieb--, plata en lanzamiento de disco, y forma parte, además, del equipo femenil de baloncesto que regresa con el primer lugar.

Aún así, no logra México superar la actuación de los cubanos, que recuperan el primer puesto a nivel regional.

Deja el deporte mexicano el sitio del lider. No se pierde, de cualquier modo, el ánimo. Los deportistas de México son declarados "campeones del Espíritu Olímpico".

Se dice en el comité organizador de los Juegos que ha sido "por su sentido de coperación, por ser los mejores al ganar y los mejores al perder... Porque tras la derrota ni quejas ni palabras de mal gusto, ni gestos desabridos... Y por la modesta sonrisa en el momento del triunfo".

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