19.1.10

Bombardero planeaba exponer el título en febrero


Pedro Díaz G.

“Voy a levantarme”.

Así lo dijo el campeón aquella tarde de diciembre en la que, achacoso, dejó el deporte a un lado, en las vísperas de Navidad y decidió internarse en un hospital.

Cómo no: la respiración se le volvió un ejercicio extremo.

El aire no le alcanzaba. Los pulmones y todo el empeño eran inútiles.

¿Qué le sucedía a este joven pugilista mexicano, todo un guerrero sobre el ring, poseedor del campeonato nacional supermosca?

El cáncer lo masacraba por dentro.

Irónico: Daniel “Chato” Noriega, su próximo rival, ese que buscaba arrebatarle el título nacional supermosca este febrero, entrenaba a todo vapor; Marco Antonio Hernández se fue apagando en una cama de hospital.

Los Hernández dijeron adiós a las fiestas navideñas.

Su promotor, Fausto García, el 22 de diciembre ingresó al púgil al hospital “María José”.

La neumonía fue lo de menos: el verdadero rival de Marco Antonio era cáncer en los pulmones.

Últimos rounds.

El campeón perdía la pelea…

* **

Apenas 15 días antes bajó del cuadrilátero con la mano victoriosa. Eduardo García cayó vencido el 5 de diciembre. Y él, el Bombardero, seguía siendo el monarca nacional. Su manager, Julio Gamboa, concedió días de descanso.

La pelea, es cierto, fue fugaz: nueve minutos.

Suficientes como para considerarlos los más intensos que tendría.

Porque la enfermedad fue avasallante: una vez al bajar del cuadrilátero, los pulmones de Marco Antonio Hernández ya no le dieron tregua: apenas poco más de una semana más tarde, estaría postrado en una sala de terapia intensiva

Pasó días sedado, entubado, resistiendo a las agresivas y entrometidas quimioterapias.

Primero fueron las molestias en los riñones.

Mal tino y desdén médico: algunos doctores le predijeron cálculos o problemas gastrointestinales. Hasta ahí, nadie le recetó unos análisis.

Lo que siguió es digno de no olvidarse: acudió el Bombardero a un Hospital público, pero no había personal de guardia.

Nadie lo atendió. Entonces, su promotor, Fausto Daniel García, decidió llevarlo de urgencia a una institución privada en la colonia Roma.

Diagnóstico: los pulmones sufrían de metástasis, producto de un cáncer en el testículo derecho.

Fueron de quimioterapias y tratamientos; un paro respiratorio complicaría aún más su estado.

Para recibir una atención más especializada, el pasado sábado 16 de enero fue trasladado al Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”.

De poco sirvió: la madrugada de este lunes perdió la vida.

* * *

Todavía se mantuvieron las esperanzas durante el fin de semana.

El doctor Fausto Daniel García, de la empresa Boxeo de Gala, quien representaba al "Bombardero", explicaba el sábado que la neumonía aparecía en la totalidad de ambos pulmones; que su estado era reportado como grave; que al medio día del domingo, tuvo mejoría pero que no salía de la gravedad.

Voy a levantarme, prometió.

No.

Tenía 24 años.

Se leerá que el boxeo mexicano ha perdido a una de sus más brillantes promesas. Se le recordará como un guerrero.

Su cuerpo está siendo velado en la colonia Martín Carrera, hasta donde se dan cita boxeadores, managers y autoridades del boxeo capitalino, nacional e internacional.

“Bombardero” murió siendo doble campeón. En diciembre de 2008 conquistó el campeonato Nacional supermosca, del que realizó cuatro defensas; y en septiembre de 2009 se convirtió en monarca de Centroamérica.

En su última aparición sobre un cuadrilátero, derrotó al regiomontano Bruce García, el pasado 5 de diciembre.

Le sobrevive su esposa Brenda, quien presenta un embarazo de 9 meses; su padre Marco Antonio Hernández, su madre Rita María Uribe, su hermano Eduardo.

* * *

El legado de un campeón:

Marco Antonio “Bombardero” Hernández disputó 25 peleas profesionales, ganó en 19; de ellas, 11 por la vía del nocaut, sufrió 5 derrotas y compartió un empate.

El Bombardero prometió levantarse, pero un cáncer fulminante se lo impidió.

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