21.7.10
20.7.10
Aicela, frágil mariposa
Alguna vez en el Venezuela de hace diez años, escribí esto. Es breve, emotivo, rítmico.
Hoy Aicela es titular del deporte en Yucatán.
Algo ha pasado el tiempo. Es uno de mis textos favoritos. Uy, que son muchos.
Dos más de plata para México
Aicela, como una frágil mariposa
PEDRO DIAZ G./Enviado
Aicela Rosado, en aro y clavas, ofrece a México otras dos medallas de plata en espera de que el futuro le sea aún más promisorio. "Espero que todo se arregle", suspira.
MARACAIBO, 12 de agosto.- Son como pequeñas mariposas que apenas acarician la suave alfombra mientras sonríen tratando de realizan sutiles movimientos -saltos, giros, equilibrios, flexiones- que penetran por el borde de la pupila y llegan directamente hasta el corazón.-...¡Una!.... ¡dos!... ¡tres!... ¡Así se hace! -gritan decenas de pequeñitas desde la tribuna, comandadas por Vanessa, de diez años rostro diminuto y unas ganas locas de querer estar ahí, recibiendo el aplauso de esta gente que ha llegado, por cientos, al cada vez menos tolerable calor de los escenarios centroamericanos, en esta ocasión, en el estreno del gimnasio de La Victoria.
Es la gimnasia rítmica y su fiesta incomparable de fascinación que tiene también en sus padres la imperiosa necesidad de decir: esto es lindísimo antes de levantarse para hacer la ola pues ahí viene la cámara móvil de televisión venezolana y los obturadores quieren dejar huella de cuánto se puede disfrutar con el rostro impregnado de pequeñas gotas de sudor mientras ellas se divierten, porque así lo aceptan, firmando autógrafos, poniendo dedicatorias en pequeñas tarjetas y reuniéndose con sus compañeras de equipo que ya las abrazan al terminar cada prueba.
Son como pequeñas mariposas que nos muestran sin quererlo la fragilidad que posee el universo.
Aicela Rosado tiene ya catorce años y es tan pequeña que cabe en 1.47 centímetros de estatura y 33 kilogramos de peso y aunque su complexión apenas sea un suspiro las intenciones de competir en Sydney son tan grandes que soporta todos los avatares de pertenecer a un deporte de alto grado de sacrificio ya que entrena desde los siete años al menos cuatro horas al día.
-Esta ha sido la más difícil competencia de mi vida -dice.
Y la más importante.
Porque ya penden de su delgado cuello dos medallas más que ha ganado en aro y clavas, sus pruebas favoritas, y que hacen perfecta combinación con el bello rostro, el detallado peinado y ese fino toque de delineador que convierte a sus ojos en una visión aterradoramente hermosa.
El corazón le pegó un golpe en el pecho cuando supo que la noche había sido pródiga en emociones.
La gente, en su mayoría padres de pequeñitos que ya se enamoran fugazmente de cada una de las competidoras, reconoce en ellas el espíritu y la dedicación.
Cuando cruzan una vez finalizada su rutina por esa puerta de girasoles que las transportará atrás de los biombos, se tiene la certeza de que son criaturas que habitan otra esfera de la realidad.
Son ángeles.
Todo comenzó cuando pasaba las horas sentada al frente del televisor y, a los cuatro años, esa es historia preocupante. Su padre corría en Mérida, y todos los días cruzaba frente al estadio Salvador Alvarado hasta que en una ocasión detuvo el trote y entró para preguntar qué clases daban. Decidió que Aicela debería ingresar.
Lo hizo y la historia de su vida cambió para siempre.
-Ahí nació como gimnasta y ahí se ha desarrollado ahora que regresó de los Estados Unidos -comenta su entrenadora desde aquellos días, Elda Castillo, quien como Ana Berta Yáñez, deja a un lado a esposo, hijos y todo recuerdo entrañable por la especial sensación de verlas subir al podio en unos Juegos Centroamericanos, situación que la gimnasia nacional no vive constantemente.
Errores decembrinos que inmovilizaron a toda una nación hicieron que su familia emigrara a Los Angeles, donde le presagiaron cualidades necesarias para ser atleta de élite pero problemas migratorios la regresaron a territorio nacional.
-Estoy en espera de que todo se arregle. Y sí, feliz porque esto es lo mejor que me ha pasado en la vida. Cómo quisiera tener a mi familia conmigo -comenta antes de retornar al orden y la disciplina que ella acepta gustosa.
Sabe que hasta un parpadeo puede costarle puntos y no se intimida.
-Quiero estar en Sydney -dirá antes de partir.
Otras tres mexicanas tuvieron mucha actividad y menos resultados: Claudia García terminó sexto en aros y cuerdas. Elizabeth Martínez sexto en clavas y cinta.
En aro, el primer sitio fue para la cubana Yordania Corrales, que lució con la elegancia de una garza blanca y el tercero para la venezolana que arrancó el alarido, Juliana Márquez, al conseguir, también la de oro en clavas, donde el tercer sitio fue para otra venezolana: Dubraska Pererira.
Música flamenca. 32 elementos. Aro y marcaje; lanzamiento. Levantarse en empeine; movimiento de baile, gran lanzamiento, salto en split, recibir saltando, gran yeté... para finalizar en split con la cabeza atrás, tomando suavemente el aro desde las alturas.
-...¡Una!... ¡dos!... ¡tres!... ¡Así se hace! -grita Vanessa, una niña maracucha del barrio La Victoria.
Le sigue, como en un eco, el gimnasio todo.