Pedro Díaz G./Alfonso Mancilla/(Primera de dos partes)
El Universal / Viernes 10 de mayo de 2002
Pumas y Frailes disputarán, mañana, el título de intermedia en futbol
americano. Coincidentemente, los padres de los quarterbacks de ambas escuadras Francisco Alonso e Ihary
Juárez se enfrentaron a finales de los años setenta en aquellas tardes de estadios llenos, ídolos deportivos y
pasiones dentro y fuera de los emparrillados.
Ayer: Arturo Alonso y Joaquín Cobra Juárez. Uno de la UNAM, otro del Poli. Acérrimos rivales. Hoy, su herencia de
ovoide y sangre choca de nuevo en el emparrillado...
Hoy estrechan manos en terreno neutral. Muchas cosas tienen en común además de los recuerdos. Arturo Alonso y
Joaquín Cobra Juárez se enfrentaron a finales de los años 70 en aquellas tardes de estadios llenos, ídolos
deportivos, tiempos de futbol americano y pasiones dentro y fuera de las canchas. Uno de la UNAM, otro del
Politécnico, acérrimos rivales entonces. La que les reúne hoy, con el Parque Hundido como testigo, es la presencia
de sus hijos Paco e Ihary en la final de este sábado en la categoría intermedia. Charla de enseñanzas, de legados y,
por supuesto, del deporte y de la vida Pedro Díaz G. y Alfonso Mancilla (Primera de dos partes) El futbol americano
es pasión, agresividad, trabajo en conjunto; requiere liderazgos y comuniones. "Es un deporte ciento por ciento
formativo; un deporte de hombres reverbera la voz a todo ritmo de Arturo Alonso, ex fullback de Cóndores, ídolo y
figura, para quebrarse al segundo siguiente, pero, ¿saben quién me dio una de mis grandes enseñanzas?"
Es breve el silencio entre sus interlocutores.
Él. Paco, mi hijo; a los nueve años le señala y el dedo índice se vuelve una extensión de su orgullo.
Cuenta. Atentos le escuchan Ihary Juárez, hijo de La Cobra , half de Lobos Plateados de la ESIA a finales de los
años setenta, el propio Francisco y los reporteros.
...Cuando tenía nueve años quiso cambiarse de deporte: desde los cuatro practicaba el beisbol y un día, sin yo
saberlo, mi mujer lo llevó a entrenar al campo de Pumitas; me indigné cuando lo vi aparecer en el emparrillado: en
su primer partido el coach lo había incluido apenas en sus cinco jugadas obligatorias..."¿Cómo?", me pregunté
avergonzado por que yo, Arturo Alonso , había sido uno de los mejores jugadores de futbol americano en la historia.
¿Cómo?, reclamé y al mismo tiempo di la orden: "¡Te regresas al beisbol!; tu nada tienes que hacer aquí,
causándome vergüenzas"...
No lo hizo el pequeño Paco.
Esa noche, en casa, atrevió el encuentro con su padre.
Me dijo, casi en un llanto: "...Pero papá; no quiero regresar al beisbol. Yo aquí me siento bien. Yo aquí estoy muy a
gusto con todos mis amiguitos..."
Lección, golpe al ego.
No me daba cuenta de que por mi orgullo estaba fallándole a mi hijo. Odiaba por supuesto ver que en los siguientes
partidos apenas el coach lo utilizaba sus cinco jugadas y ni siquiera tocaba el balón. ¡Mi hijo!, ¡el hijo de Arturo
Alonso! ... No asistía a verlo, indignado. Le preguntaba "¿cómo te fue?" y me respondía "bien"... "¡Bien!, pensaba yo.
Si ni siquiera tocaste el balón..." Después lo entendí. Y desde entonces no me meto en sus decisiones. Quiso ser
jugador de americano y aquí está. Ese capítulo me enseñó que no hay por qué ser tan impulsivo. Mi hijo me mostró
que se debe dejar que las cosas pasen poco a poco, y a veces ser menos apasionado. Me alegra mucho que mi
esposa, Emma Leticia, lo hubiera apoyado en esos instantes, ya que sin ella Paco hubiera seguido en el beisbol,
pero no por su gusto, sino por una imposición mía.
Ihary no pierde detalle. Junto con Paco, son los quarterbacks que han llevado a sus escuadras a la final de
intermedia, que se jugará mañana en el campo de Perros Negros. Don Joaquín toma la palabra. Y vierte en minutos
lo que enseñar le ha llevado años: A Ihary tampoco le gustaba el futbol americano. Lo suyo era el basquetbol. Al
principio me negué a que incursionara en esto, pero también lo hizo a escondidas: por la influencia de uno de sus
amigos, se metió a Cobras categoría infantil, precisamente el equipo donde yo inicié, de ahí el apodo. Fui duro con él
como papácoach, pero ha logrado mucho. Los muchachos de mi equipo, Frailes, afortunadamente tienen buen
apoyo; están becados al ciento por ciento y por eso el consejo que siempre les doy es: "Aprovechen todo lo que
tienen... Los campeonatos, los trofeos, los triunfos, todo es muy bonito, pero lo más importante es que tengan una
profesión, que digan `caramba, representé a ésta escuela y al mismo tiempo me dio posibilidad de ser alguien`. Y
que salgan adelante"... compartir
Legados y enseñanzas. Un balón; muchos recuerdos y aún más anécdotas por sucederse. Arturo se define a sí
mismo: "Ahora soy sólo público; pago mi boleto y tengo el derecho de gritar como cualquiera en la tribuna, aunque
por supuesto, grito también como padre". Joaquín es en este momento un head coach triunfador: ha llevado a
Frailes, en año y medio de una no calificación a playoffs, al campeonato. Paco e Ihary tienen hoy la posibilidad de
trascender lo hacen ya en el deporte que sus padres practicaron.
Invictos, Pumas Paco Alonso y Frailes Ihary Juárez, se encontrarán como lo hicieron hace ya un cuarto de siglo sus
padres.
Ambos querterbacks, representan acaso lo más prometedor de este deporte para los años por venir.
Inamovible el reloj de flores en el centro del Parque Hundido, tañe, sin embargo, las campanas.
* * *
La derrota.
Mucho más formativa que el triunfo atreve Arturo Alonso.
¿Cómo la viven en casa?
Revela la Cobra Juárez: "No nos importa el resultado: ya ganemos o ya nos derroten nos vamos a comer a algún
lado. Al futbol lo dejamos en la cancha. Pero eso sí: los hermanos lo toman a broma. Cuando Ihary pierde, el que le
sigue, Dwayne, se la pasa molestándolo en el coche, diciéndole cuáles fueron sus errores y, como también es
quarterback, imaginando cómo los resolvería él. Le reclama las jugadas en tono festivo. Por eso no me gusta lo que
me sucedió con Pieles Rojas: son partidos que una vez terminados digo a la familia: `vámonos rapidito al coche`
pues los insultos no es fácil ignorarlos y pienso: `ya acabó el partido, mejor aléjate con tu familia y tus jugadores,
antes de que las cosas pudiesen complicarse ..."
No sucede igual con los Alonso: Si el resultado es adverso "nos subimos al coche y nos la pasamos callados"; nadie
habla camino a casa. No hay celebración ni vamos a comer como cuando ganamos; llegamos y mi esposa, mi hija
Emma que sabe más de futbol americano que muchos de nosotros y Paco se meten cada uno a su cuarto, y a ver la
tele; a olvidar el emparrillado. Hasta el otro día las cosas vuelven a la normalidad.
* * *
Soleado mediodía al sur de la ciudad de México. La primavera regala a los Juárez el cantar de los pájaros como una
música de fondo al momento en que relatan sus ambiciones y recuerdos. La Cobra es un excelente narrador.
"Estoy muy agradecido con el apoyo que he tenido en la Universidad del Tepeyac. Hemos vivido importantes éxitos
en el poco tiempo al frente del futbol americano. Todo se ha dado gracias a un programa. En realidad somos una
escuela chica en comparación a cualquier campus del Tec de Monterrey, pero vamos sentando las bases para ir
hacia delante. Joaquín Juárez acomoda con el dedo índice el armazón de sus lentes. La pasión por hablar de futbol
americano le hace gesticular. Mueve las manos. Se rasca la cabeza; mesa el cabello: "Hace poco un entrenador me
llamó para felicitarme y me dijo `oye coach, han de estar muy bien pagados`, y le contesté que eso no era cierto. A
mí no me gusta llegar y pedir las perlas de la virgen por ser entrenador. Pienso que hay que ganarse la cosas poco a
poco".
Es ahí donde todo se complementa, porque el futbol americano no es sólo cuestión de ganar dinero, también ofrece
una formación...
Claro que es una formación humana casi grita el padre de los Juárez, se va aprendiendo a través del tiempo y forja
un carácter que se aplica en la vida. Yo le doy gracias a Dios porque jugué en Lobos Plateados, fui reconocido como
un buen jugador, terminé mi carrera en el Politécnico (soy licenciado titulado en Relaciones Comerciales), pero sobre
todo, formé una familia.
El entrenador de los Frailes toma un respiro, para referirse entonces al tópico que más le llena: su vida familiar.
"Considero que mi familia es lo que me hace un ganador. A lo mejor no puedo pregonar que tenga muchos títulos en
Liga Mayor, pero lo evalúo y pienso ¿de qué me servirían cinco campeonatos con una vida personal vacía? Estaría
hueco".
El apellido Juárez va ligado al futbol americano...
Sí. Tengo cinco hijos y da la casualidad de que Ihary es quarterback, Dwayne de 16 años es quarterback, Joaquín de
11 años también es quarterback y el niño de cuatro años ya anda lanzado la pelota y como que pensamos que
también va a ser quarterback alcanza a completar La Cobra antes de estallar en risas.
¿Por qué esa predilección?
Encoge los hombros, lo piensa un segundo y asienta: Fíjense, qué extraño: yo nada tuve que ver. Pero creo que la
imagen de mi hermano Horacio, que es el quarterback titular de las Águilas Blancas en Liga Mayor, influyó mucho.
Supongo que de él les nació.
Y a tí, Paco, ¿fue tu padre el que influyó en tí para que jugases americano?
De alguna manera, sí. Déjenme, les cuento...
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