21.7.04

Enrique Ugartechea, el más fuerte de México

Noche de circo, en México, 1894. Un niño de 13 años observa.
Desfilarán, ante su atónita mirada, el mejor payaso del momento: Ricardo Bell, a quien acompaña los hermanos
Cornaya y el gracioso Bannack...
Pero nada llamará más la atención a Enrique Ugartechea, que la actuación del hercúleo Rómulus. Nunca ha visto
bíceps tan grandes. Queda prendado de la figura de ese atlético italiano. Es Rómulus: `La Balanza Humana`.
Y su acto lleno de fascinación: se tiende sobre el escenario el hombre grande. Una gruesa viga de madera cruza su
enorme pecho. Por cada uno de los extremos trepan un jinete y su cabalgadura y quedan estáticos, a la espera de
la hazaña. Toma aire Rómulus, expande el pecho gigantesco, sujeta la viga con ambas manos y libera toda su
fuerza. Con los brazos estirados al máximo sostiene en lo alto a caballos y jinetes. Estalla la multitud en sonora
ovación. Sale sonriente del Circo Orrín el pequeño: sabe que decidido está su futuro. Será como Rómulus. Será
símbolo de una nueva época.
La cita con el mundo
1904: año olímpico: Año importantísimo en la existencia de Enrique, quien es nombrado por la Secretaría de
Relaciones Exteriores como agregado de la representación de México a la Feria del Mundo, en San Luis, Missouri. Al
arribar a la sede de la olimpiada, Ugartechea establece inmediato contacto con su proveedor de equipo, A. G..
Spalding, ahora importante funcionario del Comité que organiza las competencias deportivas.
Sabe Spalding que su amigo ha ganado fama como uno de los sportmen más conocidos de México y, como ya un
luchador profesional, le invita a formar parte del cuerpo de jueces en el torneo olímpico de lucha. Entra en la
historia del deporte internacional como el primer mexicano en intervenir en unos Juegos.
Valiosos aportes a su bagaje de experiencia trae de aquel viaje. Vuelve con nuevas técnicas, con nuevas
estrategias de lucha grecorromana, y, sobre todo, con un renovado espíritu de competencia.
Ugartechea nació en Jalapa el 29 de julio de 1881. Sus padres, José Ugartechea y Luz Lazarín, trasladaron su
residencia a la ciudad de México, apenas un par de años después; para 1906, es el nuevo Rómulus. Es él el hombre
musculoso y fuerte del país. Lo admiran los asistentes al Teatro Nacional: "Ugartechea levantará a dos caballos con
todo y jinete; más de mil 500 kilogramos sobre su pecho", rezaban los carteles.
El luchador enfrentó en dos ocasiones a su ídolo de infancia, Rómulus, y en una de ellas le venció; actuó en plazas
de toda la República, durante la Revolución; después firmó con Virginia Fábregas un contrato para representar el
papel de Ursus en la obra teatral Quo Vadis?, instaló el primer gimnasio de Cultura Física, en la calle de Tacuba 15,
en El Palacio del Mármol. Fue instructor incansable.
En junio de 1963, casi ciego, sus amigos pretendieron internarlo en el sanatorio del ISSSTE de avenida Coyoacán,
pero se negaron a aceptarlo porque no tenía ningún cargo burocrático. Regresó a casa en espera de que alguien se
acordara de él. Algunos, quienes hicieron una colecta, entre ellos Wolf Rubinsky, exigían un homenaje para el
ídolo.
No hubo tiempo.
Ni de homenajes. Ni de atención médica. Murió el 9 de noviembre de 1963. Se fue el hombre fuerte. Se fue su

precursor. Se fue el símbolo de una nueva época.

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