Por la puerta de atrás
Pedro Díaz G.
En futbol americano le llaman rudeza innecesaria.
Aplica a lo que esta vez les tundieron a sus seguidores los seleccionados de futbol, los conquistadores de Los Tres Puntos en territorio costarricense. Los amos del balón.
Dos horas ha esperado este padre de familia que, atrapado en el elevador de la Terminal Dos, se queja por la descortesía:
--Ya ni la amuelan. ¿Por qué nos hacen esto?
A los pequeñines, habría que verlos: desamparados del cobijo de Los Once Fantásticos, cuya sola presencia saciaría tantas ansias de celebración.
--Estamos decepcionados --lamenta uno de tan sólo nueve años, en carrera de un lado al otro de las majestuosas instalaciones.
El aeropuerto internacional de la Ciudad de México es prácticamente tomado por decenas de aficionados, que, desde mucho antes de las dos de la tarde, hora programada para El Arribo Celestial, ya abarrotaban los andadores, los pasillos, los locales comerciales.
Pero no ven a sus ídolos.
Nunca olvidaré la cara de la reportera de espectáculos de NX, En Exclusiva, que, en busca de Giovani para saber qué demonios sucedió con la belindaseñal, azuzaba a las porras ante la pequeña multitud. Minutos más tarde moría de desazón, teléfono en mano, reportando a su canal:
--Se nos fueron. Salieron por las puertas de atrás.
Rudeza innecesaria para quienes lo único que pretendían era apapachar, acercarse a los ídolos, a Los Poderosos que Segurito Irán al Mundial.
--Los odio --grita un niño, desesperado, pues ahora al camión, seguro los topamos en el camión, y allá van todos corre que corre, se lo acaban de llevar a la parte trasera del estacionamiento; acceso restringido.
--¡Qué poca! --dice la mamá de esos cuatro a los que arrea en busca de los seleccionados.
* * *
Fue contundente el triunfo de 3-0.
Quedará en la historia.
En pequeña conferencia de prensa, en un salón del aeropuerto, Javier Aguirre se muestra impactado por su grupo. Por la proeza del Ricardo Saprissa.
Ahora el Vasco peca de soberbia: no desea tocar el tema Costa Rica y se refiere mejor al próximo compromiso: concentrarse en el duelo ante Honduras de este miércoles.
“Nosotros no disfrutamos más que la cena --comenta a los reporteros, los únicos con licencia para permanecer en esta apretada reunión--, ahí cuatro bromas y ya, pero la verdad es que mejor estamos pensando en Honduras, en nuestra capacidad de recuperación, en que el estadio Azteca que esté lleno y que la gente anime para poder darle una alegría".
Considera que el hexagonal final de la Concacaf rumbo a la Copa del Mundo Sudáfrica 2010 está "en una etapa en la que todos los puntos se disputan a morir y en los que no hay mañana, estamos cuatro equipos disputando tres boletos, no podemos dar ventaja, jugamos de local y hay que intentar sumar otros tres puntos".
¿Y La Victoria Prodigiosa?
Por la que corren de un lado a otro decenas de aficionados, verdaderos enamorados del futbol, convencidos de que no hay cosa mejor en un domingo que ver el rostro de tus ídolos, captar una foto; robarse un poquito de la gloria de la que volvieron investidos.
¿Y el orgullo?
Sobre la victoria en el estadio Ricardo Saprissa, el Vasco lo considera “sin duda el mejor resultado del equipo", pero todavía tienen muchos aspectos que mejorar.
Israel Castro acepta que no apresuran las cosas y sólo se enfocan en el siguiente compromiso.
“En lo personal sí pienso en el Mundial, tenemos que soñar para poder estar ahí, pero hay que ir paso a paso y el que sigue es Honduras y los enfrentaremos con toda la motivación y respeto que tenemos ahorita".
El mediocampista descarta estar preocupado por saber quién será su pareja en la contención para el duelo del miércoles ante Honduras, pues Gerardo Torrado estará ausente por suspensión.
“Al final es un equipo vasto, seguramente el cuerpo técnico se encargará de saber quién va jugar y los que estemos o quien esté tiene que apoyar", apunta.
Por su parte, el mediocampista Efraín Juárez, quien fue uno de los jugadores más destacados, considera:
"Cuando juego en Pumas o en selección trato de aportar mi granito de arena, siempre trato de hacer mi mayor esfuerzo por el bien del equipo, hay veces que las cosas te salen mejor que en cualquier otro partido, pero la actitud siempre debe estar".
Y sólo ellos tres.
Todo, lejos de los aficionados, quienes, perdidos en el aeropuerto, no dejan de gritar.
Prometía.
¡Qué domingo!
* * *
Prometía.
¡Qué domingo!
Domingo de selección nacional.
Sólo quienes han estado estado en el aeropuerto, en estruendosos recibimientos a la selección, saben de esa adrenalina que corre; del orgullo de gritar:
¡México-México-México!
¡Nos vamos al Mundial!,¡nos vamos al Mundial"
Sólo quienes han sentido El Canto de La Multitud Enardecida, sabe lo que prometía esta tarde.
Por ello se congregan en la Terminal Dos.
Parecen pocos, pero cuando dan las dos y treinta de la tarde, el ruido que hacen con las porras es de llamar la atención.
Casi a las tres, todo indica que saldrían por esa puerta de cristal que se abre automáticamente. Tras la cadena, una serie de policías con poca experiencia en el control de masas; de este lado: parejas de novios, señoras maquilladas, madres de familia; chamacos mocosos.
Y los seleccionados que no salen.
Los medios de comunicación, alrededor de cien, están apiñados disputándose el lugar para la mejor toma.
Y ya se abre la puerta.
--¡Eeeeeeeeeeeeeh! --es largo, contundente, ensordecedor el grito de esta pequeña horda. Nada: un señor de traje café y sombrero de bombín; bellas maletas en piel. Sonríe ante su insospechada popularidad. Algún fotógrafo precoz incluso atreve un par de flashazos.
Nada.
¿Dónde están los campeones?
¡Nos vamos al Mundial!, ¡Nos vamos al Mundial!
¡A la Bio A la Bao a la Bim bon ba!…
Otra vez la magia de esa puerta que al abrir causa estruendos.
Nuevas porras.
La reportera de espectáculos, feliz, el rostro transformado en éxtasis por la emoción. Todos. Más de doscientas personas, celular en mano, a lo alto, esperando el momento preciso para que no se les escape la foto.
Pero ninguno con playera verde sale de ese pasillo.
Lo que vendrá es el rumor que desata una delirante persecución.
--Dicen que no van a salir por aquí, que darán conferencia de prensa “allá arriba”.
Apresuran el paso, primero, varias decenas de fotógrafos. Llenan de inmediato los elevadores que, ante el acoso, ceden.
No suben.
Poco a poco el gran grupo se va disolviendo.
Y entonces será ascender, moverse, abrir puertas y salir a enormes salones solitarios.
¿Dónde están? Suplican los niños.
No nos hagan esto, sus padres.
Ya no los vamos a apoyar, las hermanas mayores.
Y qué poca --los que se desesperan porque la Terminal Dos del aeropuerto es una ratonera donde nadie encuentra a los roedores verdes, hoy que les querían dar un aplauso.
El Tri regresará a los entrenamientos este lunes en el Centro de Alto Rendimiento.
El miércoles: estadio Azteca ante Honduras, octava fecha del hexagonal final de la Concacaf rumbo a la Copa del Mundo Sudáfrica 2010.
Quienes aquí estuvieron, dando vueltas ridículamente con su pasión a cuestas, fueron desdeñados por los jugadores.
Los más tenaces lograron gritarles viva México al paso del autobús, que salió a escondidas.
Ganaron, qué bien.
Pero eso no se hace.
Otros simplemente les mentaron la madre.
Casi a las tres, todo indica que saldrían por esa puerta de cristal que se abre automáticamente. Tras la cadena, una serie de policías con poca experiencia en el control de masas; de este lado: parejas de novios, señoras maquilladas, madres de familia; chamacos mocosos.
Y los seleccionados que no salen.
Los medios de comunicación, alrededor de cien, están apiñados disputándose el lugar para la mejor toma.
Y ya se abre la puerta.
--¡Eeeeeeeeeeeeeh! --es largo, contundente, ensordecedor el grito de esta pequeña horda. Nada: un señor de traje café y sombrero de bombín; bellas maletas en piel. Sonríe ante su insospechada popularidad. Algún fotógrafo precoz incluso atreve un par de flashazos.
Nada.
¿Dónde están los campeones?
¡Nos vamos al Mundial!, ¡Nos vamos al Mundial!
¡A la Bio A la Bao a la Bim bon ba!…
Otra vez la magia de esa puerta que al abrir causa estruendos.
Nuevas porras.
La reportera de espectáculos, feliz, el rostro transformado en éxtasis por la emoción. Todos. Más de doscientas personas, celular en mano, a lo alto, esperando el momento preciso para que no se les escape la foto.
Pero ninguno con playera verde sale de ese pasillo.
Lo que vendrá es el rumor que desata una delirante persecución.
--Dicen que no van a salir por aquí, que darán conferencia de prensa “allá arriba”.
Apresuran el paso, primero, varias decenas de fotógrafos. Llenan de inmediato los elevadores que, ante el acoso, ceden.
No suben.
Poco a poco el gran grupo se va disolviendo.
Y entonces será ascender, moverse, abrir puertas y salir a enormes salones solitarios.
¿Dónde están? Suplican los niños.
No nos hagan esto, sus padres.
Ya no los vamos a apoyar, las hermanas mayores.
Y qué poca --los que se desesperan porque la Terminal Dos del aeropuerto es una ratonera donde nadie encuentra a los roedores verdes, hoy que les querían dar un aplauso.
* * *
El Tri regresará a los entrenamientos este lunes en el Centro de Alto Rendimiento.
El miércoles: estadio Azteca ante Honduras, octava fecha del hexagonal final de la Concacaf rumbo a la Copa del Mundo Sudáfrica 2010.
Quienes aquí estuvieron, dando vueltas ridículamente con su pasión a cuestas, fueron desdeñados por los jugadores.
Los más tenaces lograron gritarles viva México al paso del autobús, que salió a escondidas.
Ganaron, qué bien.
Pero eso no se hace.
Otros simplemente les mentaron la madre.
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