Pedro Díaz G.|
El Universal / Lunes 02 de agosto de 2004
Es hasta agosto de 1945, precisamente apenas unos días de terminada la guerra, cuando el olimpismo vuelve a sonreír. La tragedia es suficiente: Hiroshima y Nagasaki sucumben. Se rinde Japón. Termina el holocausto. Han dejado de existir 36 millones de seres humanos. El Comité Olímpico Internacional decide que los Juegos se reanuden en Londres, 1948. Se reanudan también los Juegos Centroamericanos, en Barranquilla, Colombia, en 1946. Y ya, mientras la humanidad llora las pérdidas, es tiempo de regresar a las competencias. En septiembre se reúne el Comité Olímpico Mexicano: mandará delegación a Londres. Las gestiones de Lorenzo P. Sours fructifican con otra invitación para que un equipo mexicano de natación asísta a competir en el Campeonato Nacional de Estados Unidos. Clemente Mejía ocupa el séptimo lugar en mil 500 metros libres, cuarto en los 100 de dorso; Apolonio Castillo finaliza quinto en 200 de pecho, y Alberto Isaac pierde su título en 100 metros libres: acaba tercero. Se organizan torneos infantiles en las albercas de los parques `Venustiano Carranza` y Plan Sexenal, y en el Deportivo Aurora, de Coyoacán. A Joaquín Capilla nada lo detiene. Es campeón de novatos y como tal se inscribe en el Campeonato Nacional de Natación y se encumbra: finaliza segundo lugar en ambas pruebas, superado sólo por Gustavo Samohano en trampolín y por Antonio Mariscal, en plataforma. Pero ha derrotado a otro de sus admirados clavadistas: Federico Mariscal. Regresa a México el grupo de jinetes militares que, encabezado por el mayor Humberto Mariles, arrolladoramente triunfa en prestigiados concursos de EU y Canadá. Publica Excélsior: "Han sido pocos, muy pocos los triunfos internacionales alcanzados por deportistas mexicanos que puedan revestirse de trascendencia como el realizado por nuestros jinetes en noviembre pasado... Estos son los seis hombres que el pueblo de México debe recordar siempre para mostrarlos como un ejemplo de quienes han sabido honrar a la Patria... Dejaron el nombre de México, el bendito nombre de esta nación en un sitio tan alto, en una altura tan enorme, tan esplendorosa, que van a transcurrir muchísimos años antes de que puedan opacarse las seis letras que ellos esculpieron con su esfuerzo, con su innegable calidad de ases". Corre el tiempo. Están listos los deportistas mexicanos que brillan en el extranjero. En Barranquilla, se escribe de deporte. Treinta mil personas se congregan en el estadio Municipal, para dar la bienvenida a la juventud deportista que hoy vuelve a la sana competencia: mil 540 atletas de 13 países. La delegación más numerosa es la colombiana: 211; la más reducida de Trinidad y Tobago: 21. Entrarán en acción 294 mujeres. Son 18 los deportes programados: Con las pruebas de atletismo dan inicio las competencias. Mal presagio para los mexicanos, porque sólo conquistan una medalla de oro: la de Francisco González, en martillo: 41.87 metros. Gana México en basquetbol varonil y femenil, en frontenis; rescata medallas de boxeo, lucha libre, tenis, gimnasia, golf y arrasa en la piscina y el foso de clavados: Alberto Isaac conquista los 100 metros libres; Clemente Mejía, los 100 en dorso; Apolonio Castillo, los 200 de pecho; Isaac Castilli, Mejía y Ramón Bravo, los relevos 4 x 200; Rosa Gutiérrez, los clavados de plataforma y trampolín... Pero no logra superar la actuación de los cubanos, que se apoderan del primer lugar regional. Y en tanto, el mundo inicia la nueva etapa de la guerra fría, en México se vive una euforia olímpica y se ha vuelto a las colectas. Se informa que el Fondo ProOlimpiada ha reunido 90 mil pesos en colectas públicas. Así que el Comité de Selección solicita que cada atleta presente a la vista 65 dólares, "que serán para sus gastos personales en Londres", aunque, aclara, "no es una cuota obligatoria". Y ya Londres 1948. Todo escasea, la ciudad está devastada. Pero la juventud del mundo se reúne con un sólo afán: celebrarse.
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