25.2.07

Día uno de la resistencia



En La Tarde


En eme-equis


Por Jacinto rodríguez Munguía
y Pedro díaz G.
FOTOgrAFíA: EduArdO LOzA
rEVISTA EMEEQuIS
Hasta aquí han llegado las acciones
poselectorales o, habría que decirlo
de otra manera, este es el primer día
de la resistencia de Andrés Manuel
López Obrador contra el gobierno de
Calderón. Hasta aquí han llegado sus
fieles, sus seguidores, que por lo menos
durante un año han asistido a marchas,
plantones, asambleas informativas.
Aquí, en el Zócalo, este 1 de diciembre
se cierra el ciclo de la derrota electoral
y se abre el de la resistencia.
Son las 7:30 de la mañana y el frío
en el Zócalo se mete en el cuerpo sin
misericordia y ni las consignas, las
pocas que apenas se escuchan, logran
despertar la piel y los sentidos de los
seguidores de López Obrador
Son pocos los asistentes para las
expectativas que se habían creado.
Algo está pasando. Jesús Martín del
Campo, el maestro, dirigente magis-
terial y luchador social, tiene una
respuesta: “Este debe ser el mitin
más tempranero de la historia de las
manifestaciones de la izquierda. No
recuerdo otro”.
Cuántos han llegado a esta hora.
Cinco, diez, 15 mil... más o menos. Las
conversaciones se dan en dos líneas.
Una, la extraña e inusitada entrega
formal del poder que a la medianoche
hizo Vicente Fox a Felipe Calderón y,
dos, lo que a unos kilómetros ocurre
en el Congreso. Las batallas de San
Lázaro.
Aunque si se mira en los detalles de
ésta, la máxima tribuna de las manifes-
taciones del país, desde las primeras
horas se han instalado estratégica-
mente pequeños grupos con ropas y
características entre ellos semejantes.
Luego se les verá formar los anillos
de seguridad de López Obrador y su
círculo rojo.
También en los detalles están las
expresiones de un sector de la pobla-
ción a la que le duele la derrota, o como
le llaman, la usurpación del poder.
“Hoy estoy dispuesto a morir, hoy no
tengo miedo a morir”, dice un hombre
de piel seca a Martín del Campo, quien
lo escucha con respeto.
A las 8:47 López Obrador vuelve a
tomar las riendas de su historia y de
quienes le siguen. Esta vez cubre aspira-
ciones –“nos vamos a movilizar” – y sus
simpatizantes se sienten servidos. Pero
van hacia el Auditorio Nacional, no al
Congreso, como esperaban muchos
que querían chocar con el muro huma-
no de la Policía Federal Preventiva y
el Estado Mayor Presidencial.
NO SerÁ dÍa de MÁrtIreS.
Andrés Manuel vuelve a desactivar
la posibilidad de la confrontación. Lo
hizo el 1 de septiembre, cuando con una
frase paró un posible choque: “Aquí
nos quedamos”. Por lo menos eso no
habría que regateárselo, como tampo-
co que nuevamente volvía a llenar las
calles de gente.
•••
Los renegados despiertan. Dejan
atrás las cobijas, sus viviendas, el
barrio, la avenida, caminos y veredas
para acercarse con sus viejas deman-
das incumplidas hacia la cita que a las
siete de la mañana tienen con López
Obrador en el Zócalo.
Las calles se llenan de gente. Cielo
nublado pero mucha euforia.
–¡No pasarás, Felipe, no pasarás!
–gritan en estas inmediaciones.
Reproches, abucheos. Una multitud
que camina disgustada. Porque hoy,
1 de diciembre, llegó el momento de
acusar. De hacerse presente.
Para las ocho y media su líder ya
comparte estrado con medio centenar
de sus allegados, y con una plaza prin-
cipal que se nutre cada minuto. Habla
al micrófono:
“Estamos aquí para protestar por el
fraude electoral y mantener la bandera
de la democracia, también para reco-
nocer a los diputados que intentaron
en el Congreso boicotear la jura pre-
sidencial de Calderón...”
Y entonces anuncia que en esta oca-
sión, una vez más como catalizador de
la violencia, no habrá enfrentamiento.
Como en aquel 1 de septiembre, conven-
ce a todos: “No la traemos contra ellos,
la policía o el ejército... Marchemos
hacia Auditorio Nacional...”
Este hombre, Guadalupe Llanos,
viejo labriego al que un poderoso tic
no deja de agobiar, no disimula su coje-
ra reumática y el trabajo que le cuesta
caminar, pero dice con énfasis que si
bien podría regresar a su rancho, en las
cercanías de Tampico, prefiere mar-
char y a gritos apoyar a la causa; a su
líder y a su movimiento.
–Vamos, compañeros. Hagan una
valla, todos hagan una valla para que
pase nuestro presidente legítimo. Es
un honor...
Y ya canta la gente que se mueve
atrás del camión al que sobreviene el
político que se volvió ídolo. Los mil
rostros de Andrés Manuel asoman de
todas partes: lo mismo de la playera de
don Guadalupe que de estandartes o
banderas o prendedores con la imagen
del bendito; de carteles que se agitan
sin descanso en esta cada vez más rui-
dosa caminata.
–¡Estar con Obrador!
Nadie acalla a la multitud, que avan-
za firme y serena. Las fuerzas policia-
cas observan con cautela, resguardan-
do los edificios más importantes sobre
Reforma.
–Pero el líder nos dijo: ni una pared
pintada, ni un vidrio roto. Somos una
marcha pacífica. Y yo, la verdad, sí
le hago caso –obedece ciegamente el
hombre.
“Estamos aquí protestando por el
fraude electoral del 2 de julio. Estamos
aquí porque no aceptamos la imposi-
ción. Estamos aquí porque queremos
que en nuestro país haya democra-
cia”.
Cuenta don Guadalupe entre pasos
que se le dificultan, cómo desde que era
joven decidió venir a México capital.
Progreso buscaba.
–Pero después de tantos años, des-
pués de darte una y otra y otra vez en
la madre, de volver a cero y tener que
reconstruir tu vida una vez más, pre-
fiero estar aquí, con el movimiento, en
la lucha de las ideas. Confiando en el
poder que tenemos como ciudadanos.
Que nos vean. Que se den cuenta de
nuestras inconformidades. Que sepan
que no nos han vencido...
“Nada de normalidad política mien-
tras no haya democracia en nuestro
país”.
Decenas de miles. Y todos en pro-
testa contra la asunción presidencial
en esta primera movilización de la
resistencia.
Marcha de “renegados” que se api-
ñan ante algún perdido televisor de
estanquillo para ver cómo desde la
Cámara de Diputados, entre gritos y
silbidos de la oposición de izquierda,
Felipe Calderón se torna presidente.
Andrés Manuel, en la glorieta de la
Diana Cazadora:
“No es posible aceptar que en
México no haya elecciones democrá-
ticas... No somos rebeldes sin causa,
como quieren presentarnos en los
medios de comunicación. A veces se
les olvida el fondo del asunto, se les
olvida que nos robaron la elección
presidencial”.
Día uno de la resistencia

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