25.2.07

Las inconsistencias





de los candidatos después del 2 de julio

El síndrome de la inconsistencia


Por Pedro Díaz G.

Hay días en que la razón se ausenta.Y los días postelectorales, en México, son de esos. Cuántas inconsistencias, cuántas contradicciones, cuántos absurdos en las declaraciones de los actores políticos que se disputan la Presidencia. Quienes ayer defendían la “resistencia civil” hoy la condenan llamándola violencia.
Quienes decían que respetarían los resultados del 2 de julio no saben ahora cómo explicar sus llamados a movilizarse contra “el fraude”. Quienes dicen respetar la legalidad no hay día en que no se declaren ganadores, sin esperar a la revisión final que deberá hacer el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. No cabe duda, hay días en que el síndrome de la inconsistencia se apodera de todo.



Las inconsistencias de
Andrés Manuel


El 28 de junio, en una de sus últimas declaraciones previas a la elección, Andrés Manuel López Obrador hablaba de la construcción de un nuevo país:
“Voy a convocar a representantes de empresarios, de las iglesias, de la sociedad civil; de indígenas, campesinos, obreros, profesionales e intelectuales, para construir un nuevo pacto nacional. No vamos a actuar de manera irresponsable. (...) Vamos a actuar con responsabilidad y sensatez”.
El 2 de julio el discurso cambió. La misma noche de las elecciones se proclamó triunfador basado en una encuesta de Covarrubias y Asociados. Decía tener datos para afirmar que había ganado por “al menos 500 mil votos”, pero luego se sabría que el PRD nunca tuvo representantes en casi 45 mil casillas.
“Queremos informar al pueblo de México que, de acuerdo con nuestros datos, ganamos la Presidencia de la República. Exigimos al IFE que respete los resultados. Creo que este resultado es irreversible, creo que triunfamos”.
En un lenguaje de jefe de Estado propuso tender lazos con sus adversarios:
“Quiero extender mi mano franca para los que considero mis adversarios. Nunca los he visto como enemigos. Voy a establecer con ellos comunicación cuando sea pertinente”.
La madrugada del 3 de julio, López Obrador hizo la primera descalificación. Sin todas las actas en la mano, habló de fraude cibernético al conocer los resultados del PREP. Y horas después dijo haber descubierto que casi tres millones de votos estaban desaparecidos.
“Se ignora el destino de tres millones de votos en las sumas del PREP; dicho programa no sólo fue manipulado, sino que ha estado dando brincos en los resultados que presentó”.
Verdad a medias: sí les habían dicho que habría un archivo de actas con inconsistencias, pero el IFE nunca proporcionó la ubicación computarizada a este archivo. Las versiones de un “fraude cibernético” crecían.
“Intentan falsear los resultados; los conteos del instituto no son confiables. El objetivo no es lograr la anulación de la elección, sino obligar a que se cuente voto por voto y casilla por casilla”.
Sabedor de que los resultados no le eran favorables por estrecho margen, López Obrador decía “no descalificar” el proceso, pero al mismo tiempo hablaba ya de “fraude”.
“No quiero yo descalificar a ninguna institución… lo que quiero es que se limpie el proceso, que se abran los paquetes, que se cuenten las boletas y que se respeten los resultados. Pero no hay duda de que hubo manipulación del PREP”.
López Obrador hablaba de fraude, pero aún no tenía todas las actas en su poder para el 6 de julio. Aun así, retó:
“Impugnaremos los comicios. No puedo aceptar los resultados porque hay muchas irregularidades, por decirlo suave... muchas inconsistencias”.
Y de sus adversarios, a quienes días antes consideraba no eran sus enemigos, se convertían ahora en provocadores e irresponsables:
“Es una provocación que no hayan permitido el conteo voto por voto; hubo consigna para evitar la contabilidad voto por voto en el IFE. Estoy preocupado por la irresponsabilidad con la que están actuando mis adversarios del gobierno. No beneficia a Calderón que los medios le hagan apología y caravanas”.
Y aunque antes de los comicios dijo que “respetaría” los resultados del IFE, convocaba a su primera “asamblea informativa” para el 8 de julio en el Zócalo, con la exigencia del conteo “voto por voto”. Ese día, e interpretando la ley a su manera, dijo:
“La ley en México establece que cuando una revisión puede ser determinante para cambiar el resultado, procede el recuento de votos y en defensa del voto se llevará a cabo un plan de acción con la gente, que reclama el conteo de todos los votos para que quede claro y de esa forma haya estabilidad en el país”.
Enseguida volvió a afirmar que contaba con pruebas del fraude, pero sin que hasta ese momento hubieran presentado alguna de ellas públicamente. Solo presunciones, sospechas.
“Tenemos pruebas fehacientes... por eso impugnaremos la elección ante el Tribunal Electoral. Y en su momento acudiremos a la Suprema Corte”.
Para el 12 de julio ya no habría concesiones: “Los consejeros electorales del IFE y su presidente, Luis Carlos Ugalde, han actuado como delincuentes, nuestro cuerpo jurídico analiza proceder legalmente en su contra”.
Pero seguía sin presentar prueba alguna. Incluso, acusaría a representantes de su propio partido de haberse dejado sobornar. Acusación que después no sabría cómo explicar.
Y entonces alertó sobre la apertura de paquetes:
“Siguen abriendo paquetes electorales en los comités distritales y esto es muy grave porque es una violación flagrante a la ley. El IFE está actuando de manera ilegal, con mucha desesperación”.
A partir de ese momento, lo que inicialmente era una exigencia de que se cuenten los votos para saber quién ganó se transformó en un discurso donde afirmaba ya que él había ganado.
“Nosotros triunfamos en la elección del 2 de julio y (por eso) no quieren que se abran los paquetes electorales, quieren modificar resultados…”
Del “fraude cibernético” original, López Obrador pasó a hablar de un “fraude a la antigüita”.
“Tuvieron que meterse al fraude de los años ochenta (...) La falsificación de actas, el relleno de urnas y todo eso que aparentemente ya estaba superado. Llama mucho la atención que estén violando paquetes electorales después del cómputo distrital, porque esto significa que pueden estar introduciendo boletas o arreglando los paquetes, porque si el Tribunal resuelve contar voto por voto, van a tener planchada la elección”.
De vuelta en el Zócalo, el domingo 16 de julio, dijo: “El recuento voto por voto de la elección presidencial es necesario para la estabilidad política, económica y financiera del país; para contribuir a la paz social y para alejar la confrontación irracional. Que Calderón piense muy bien que la mancha de una elección fraudulenta no se borra ni con todas las aguas de los océanos. No es válido que nuestros adversarios se refugien en argumentos legaloides, de falta de tiempo o de carácter técnico, para negarse a abrir los paquetes electorales, cuando lo que está en juego es la democracia y la estabilidad política del país”.
Y un día después confirmó con Carmen Aristegui que el fraude había envejecido: “Fue a la antigüita”.
“Se cometió un fraude a la antigüita, no cibernético. Se habló mucho del fraude cibernético (dijo, como si no hubiera sido él quien habló en esos términos), todo mundo pensaba que el fraude lo habían hecho en las máquinas, (...) en los primeros días había esa idea de que era informático. No está ahí el fraude, hallamos que está en los papeles, que es un fraude a la antigüita. La verdad es que estábamos pensando que era un fraude moderno, cibernético, pero no.
“La información que tenemos es que se tomaron las casillas al estilo antiguo y se dieron estas falsificaciones. Que se disipen todas las dudas y resolvamos hacer el recuento de los votos para darle fortaleza al proceso electoral y hacer a un lado la posibilidad de inestabilidad política y social”.
Cuando Aristegui le preguntó sobre las acciones que tomaría si el Tribunal contaba voto por voto y resultaba que Calderón había ganado, pareció no encontrar más explicaciones. Dijo que aunque el conteo favoreciera a Calderón, para él seguiría siendo un presidente “espurio”.
“Si el conteo uno a uno de los sufragios me es adverso, ya no podría seguir movilizando a la gente, pero tampoco reconocería a Calderón”.
No obstante, días después, en entrevista con López Dóriga, diría que aunque hubiera conteo de votos y no resultara ganador, seguiría en la lucha “hasta donde la gente diga…” Finalmente, la tercera semana después del 2 de julio cerraría con una declaración de López Obrador en la que afirmaría que el “fraude” fue de todos tipos: “a la antigüita y cibernético” y con errores aritméticos en por lo menos 72 mil casillas.





Entre las leyendas favoritas del PRD está la de 1988, la caída del sistema, el fraude. Esa misma fábula dice que Manuel Bartlett fue el responsable, pues entonces era el secretario de Gobernación y las elecciones las regulaba ésta.
El martes 18 de julio de 2006, 18 años después de forjada la historia de Bartlett, Andrés Manuel López Obrador lo exoneró en una entrevista con Carlos Loret de Mola:
“No sé si tuvo algo qué ver, no me consta y no voy a decir algo que no me consta”, le dijo a Loret.
Y una cosa parecida dijo sobre Manuel Camacho Solís:
“Él trabajó con Salinas, pero no me consta que haya cometido fraude, él estuvo en cosas políticas… Además, él ya lo aclaró”.
Se le olvidó a López Obrador que en su libro, Tabasco: crónica de un fraude, sí acusa de mapache electoral a Camacho Solís.



Las inconsistencias de
Felipe Calderón


2 de julio: Apenas terminadas las elecciones, Calderón dijo que respetaría la decisión del IFE de no declarar ganador a ningún candidato, pero de inmediato se autoproclamó triunfador.
“Respetaré la decisión del IFE de no declarar ningún triunfador... Hemos ganado la elección presidencial en una contienda cerrada… Es tiempo de iniciar una nueva etapa de conciliación nacional, para lograrlo, a partir de mañana dedicaré todo mi esfuerzo, llamo a la conciliación a todos los mexicanos”.
3 de julio: Un día después, Calderón comenzaría a propalar presuntos avales de su triunfo.
“La decisión de Madrazo (de avalar los resultados) es un gesto democrático, le reitero mis respetos”.
4 de julio: Y ya para el tercer día, el panista anunciaba acciones como Presidente electo.
“Mantendré contactos con priistas. Ya me felicitaron, entre ellos Gordillo. Mi equipo ya empezó a tener trato con los actores políticos; insto al PRD a sumarse al diálogo… He dado instrucciones a mi equipo para que establezcan contacto y relación con todos los actores políticos sin excepción, incluido el propio perredismo”.
5 de julio: Desde el mismo día del cómputo distrital, Calderón comenzaría a descalificar el llamado a las movilizaciones, olvidando que el partido político que en México creó la llamada “resistencia civil” fue el suyo.
“El PAN también podría hacerlo (llamar a la movilización de las masas) pero no lo hará porque es un partido pacífico”.
6 de julio: Hecho el cómputo distrital y ya con la declaración del IFE de que quien había sacado más votos era él, pero aún sin que el Tribunal Federal Electoral hubiera hecho ya la declaratoria de presidente electo que marca la ley, Calderón siguió declarando como si lo fuera.
“Desde hoy convoco a todos a que, con generosidad y patriotismo, logremos la integración de un gobierno de unidad nacional… Iniciaré a la brevedad posible el diálogo con todas las fuerzas políticas, con el propósito de definir un programa de gobierno común, que responda al interés de la mayoría de los mexicanos.
Ese mismo día, y luego de seis meses de calificarlo como “un peligro para México”, Calderón dijo de López Obrador:
“Y con Andrés Manuel López Obrador no sólo reitero mi respeto, sino comparto su anhelo de justicia y reitero mi compromiso de trabajar sin descanso por lograr la igualdad de oportunidades que permita superar la pobreza”.
11 de julio: En esta fecha, y sin que el Trife hubiera calificado los comicios, Calderón se mantiene en la tónica de declarar como presidente electo y anuncia acciones para su toma de posesión: nombró a Juan Camilo Mouriño coordinador de su equipo de transición y a Josefina Vázquez Mota, enlace con otras fuerzas políticas.
Calderón marca su posición en torno al Trife: se dice respetuoso de las decisiones que tomen los magistrados, pero les advierte que, por ley, no pueden abrir todos los paquetes para contar todos los votos.
“Acataré la decisión del Tribunal Electoral, incluso si ordena el recuento de hasta 50 mil casillas. Respetaré lo que diga el Tribunal”.
12 de julio: En su descalificación a las movilizaciones perredistas, Calderón echa al olvido otras movilizaciones históricas del PAN como las de Clouthier en 1988; Luis H. Álvarez, en Chihuahua; la de Fox contra el fraude electoral en Guanajuato en 1991; e incluso la que Calderón encabezó como dirigente nacional del PAN por el municipio poblano de Huejotzingo.
“Me parece que el camino de refrendar una elección no se da en las calles, sino en la ley y en las instituciones. Nosotros no vamos a elevar la tensión política movilizando a nuestra gente”.
14 de julio: Y aunque la ley da a los magistrados del Trife la facultad de decidir sobre el conteo de votos, Calderón descalifica cualquier posibilidad de que así sea.
“Un recuento de todos los votos no es necesario bajo la ley electoral”.
16 de julio: Dice no temer a que se cuenten casillas, pero se mantiene en su rechazo a que se cuenten todos los votos.
“No tengo ningún temor de que el tribunal electoral decida recontar casillas, si considera que hay fundamento legal y motivos suficientes”.
Y aunque previamente había rechazado cualquier tipo de manifestación pública en torno a los comicios, Calderón hace este día un llamado a los seguidores del PAN para que se manifiesten públicamente.
“Invito a mis seguidores a que se expresen con el uso de una pulsera blanca, azul o tricolor, con la leyenda: México quiere vivir en paz”.
17 de julio: Conforme pasan los días, Calderón endurece su posición y este día “exige” que se respete lo que considera su triunfo.
“No aceptaré chantajes ni amenazas. Queremos que se respete la voluntad popular. Los ciudadanos ya votaron y ya decidieron… y como en los tiempos de lucha que libramos los aquí presentes frente al autoritarismo, exigimos pleno respeto al voto de los mexicanos”.
18 de julio: Calderón sigue reuniéndose con líderes y dirigentes de distintos sectores. Este día sostiene un encuentro con el líder del Congreso del Trabajo, Víctor Flores, a quien el propio PAN ha señalado como “porro” y “escoria” del sindicalismo en México.



Felipe Calderón busca legitimidad urgente. Y para ello ha desfilado con gente de leyendas negras:
1) Elba Esther Gordillo fue la primera. No fue sorpresa: prácticamente ha trabajado a favor del PAN por su amistad con Vicente Fox y Marta Sahagún. De hecho, cosa que ella ya ha reconocido, el 2 de julio telefoneó a gobernadores priistas para que le consiguieran votos a Calderón y se olvidaran del PRI. Muchos de estos mandatarios fueron los mismos que avalaron en una carta el presunto triunfo del panista.
2) Víctor Flores, presidente del Congreso del Trabajo y líder de los extintos ferrocarrileros. Desde el 4 de julio reconoció a Calderón. El martes pasado, el panista le agradeció el gesto y visitó al dirigente.
3) Gastón Sáenz. Dijo ser coordinador de asesores de la dirigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas. Le echó porras. Lo reconoció como presidente electo. Pero resulta que el tal Gastón es un jubilado del SME, sin cargo alguno en la dirigencia.

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