19.7.07
Las pérdidas irreparables
Pedro Díaz G.
eme-equis
Entrevista con José Antonio Crespo, doctor en historia, a un año del despojo.
--Doctor, entre 2 de julio y dos de julio, qué perdió el país.
--Perdió muchísima credibilidad dentro de los procesos electorales. El IFE y el Tribunal, son muy cuestionados por una buena parte de la ciudadanía. Y desde luego, se perdió ese consenso electoral que se había ido construyendo a lo largo de varios años, esa confianza compartida, esa ya se perdió. Y no sé cuánto tiempo ni bajo qué condiciones se podrá volver a recuperar. No va a ser automático, ni siquiera con la reforma electoral va a ser en automático. Van a tener que pasar años para que el nuevo IFE y el Tribunal demuestren que son imparciales como lo demostraron algunos años antes. Y si no lo demuestran ya nos quedamos otra vez sin eso que nos costó mucho trabajo, que era la confianza electoral, la credibilidad. Ese periodo es muy importante, porque era el eje la democratización, y sin él la política va a ser otra vez una cuestión de confrontación y de polarización, como ya lo vimos el año pasado.
--Hay posturas, no obstante, que aseguran que el IFE se vio más fortalecido después de los resultados de una elección tan cerrada. El argumento: sí pudieron con el paquete electoral y postelectoral.
--Pues no sé de dónde sacan eso. Su credibilidad obviamente está cuestionada por lo menos por el 50 por ciento de los electores, quienes no consideran que Felipe ganó bien. Percibieron que el IFE no sólo hizo un mal trabajo en términos de eficiencia, sino que se comportó con parcialidad. Y entonces, así, cómo que fortalecido, no. Además de que se está discutiendo la salida de los consejeros. Si estuviese fortalecido nadie pediría que se fueran los consejeros, ni les “toman” las puertas de as instalaciones, ni nada de eso. Así que quienes lo digan es porque lo quieren ver; es un argumento político.
--¿Una cortina escenográfica?
--Pues sí. ¡Fortalecido!, por favor… Si está cuestionadísimo...
--¿Usted cree que ese 50 por ciento de los electores que salió derrotado en 2006, acuda de nuevo a las urnas en los próximos comicios?
--Tal vez sí, no sabemos. Desde luego que probablemente en la elección del 2009 la abstención va a ser muy alta, como lo fue en el 2003, o a lo mejor más. Porque mucha gente igual y ya le perdió la confianza a las elecciones. Habrá otros que digan: bueno, “pese a todo hay que seguir votando” por su partido respectivo, el que le convenza, o el de izquierda. No sabemos qué tanto impacto sobre la abstención va a haber. Sobre todo en la presidencial, porque hay que comparar ambas presidenciales, y ahí se renuevan las esperanzas. Y si hay un candidato de izquierda viable, que pueda ganar, quizás la gente vuelve a ir a votar para obstaculizar un posible nuevo fraude. Esto es muy difícil de prever. La gente puede estar muy decepcionada ahorita, pero en el 2012 decir “pues vuelvo a las urnas”.
--¿Ganamos algo como país, doctor?
--No. No creo. Yo creo que fue un saldo negativo. No se ha ganado mucho, independientemente de que haya ganado Felipe o no. De haber ganado Felipe en condiciones creíbles, contundentes, pues hubiéramos dicho “ganamos otro buen precedente democrático”, como fue el del 2000. Pero no, este fue un precedente muy negativo. Y se perdió el del 2000, porque para que se fortalezcan las instituciones y la confianza democrática, se requieren varios precedentes consecutivos. De haber sido el 2006 una elección como la del 2000, independientemente de quién ganara, ahí sí se hubiera fortalecido mucho más la confianza democrática en las instituciones. Pero no. Cuando tienes un mal precedente deshaces todo lo realizado bien previamente. Con ese saldo negativo, yo no le veo dónde está la ganancia. Por ningún lado.
--Defíname al Felipe Calderón de hace un año y al de ahora.
--Bueno, pues ahora ya es presidente. Ahora ya tiene las responsabilidades y el traumatismo propios del presidente. Ya es diferente ser candidato, pues entonces se ofrecen muchas cosas que después no se van a cumplir. Ahorita ha tratado de legitimarse como se ha podido. Está tomando en cuenta, por ejemplo, con la reforma fiscal, otras consideraciones distintas a las expectativas que hubiera generado, pero desde luego que está más consolidado en la silla. No más legitimado, necesariamente, pero sí más consolidado. Porque el momento álgido, el momento difícil, ya pasó.
--¿Y cree que la sociedad ya le haya otorgado su confianza?
--Bueno, hay mucha popularidad en la confianza que ha ganado, derivado fundamentalmente de los operativos militares. Porque la medida la vieron bien, porque habría que hacer algo, porque cree la gente que con los militares se va a resolver el asunto. Pero es una medida riesgosa, porque conforme pase el tiempo y se vea que no, se le puede revertir y se puede llegar muy rápidamente a la conclusión, o no sé qué tan rápido, pero con el tiempo a que hubo un fracaso más que un éxito.
--Para mí, por ejemplo, es un sistema un tanto intimidatorio, un sistema basado en el miedo.
--Algunos lo pueden percibir así por el apoyo que tiene del ejército. Muchos otros lo han aplaudido porque no lo ven así. Dicen, bueno, tuvo el valor de enfrentar a los narcos, de echar el ejército, las extradiciones, está haciendo algo al respecto, Fox ya no había hecho nada y había un vacío ahí… y eso le ha dado, hasta ahora, buenos dividendos de popularidad. Pero repito, una vez pasado el tiempo se puede revertir cuando pasando el tiempo se vea que eso no llegó a ningún lado ni que redujo la violencia. Ahorita todavía es muy pronto, pues la ciudadanía tiene la esperanza de que eso va a haber buenos resultados. Y si pasa otro año y otro más sin resultados y si la violencia se mantiene a los niveles en donde está, entonces se podrá hablar de fracaso.
--¿Qué ha mostrado el presidente y qué ha carecido?
--Ha demostrado simplemente la búsqueda de legitimidad, y la disposición a intercambiar con el PRI, igual que hizo Fox: impunidad por apoyo en el Congreso. Hasta ahorita esto es lo que ha habido. Y nada más. Es lo que veo yo.
--Y López Obrador, ¿cómo se leía entonces y cómo ahora?
--Está replegado. Sigue él con su movimiento, un movimiento territorial, un movimiento de base; está construyendo una red dura, de apoyo, que eventualmente le pueda servir bien para organizar movilizaciones importantes en ciertas circunstancias, incluso como una plataforma electoral si es que decide lanzarse para el 2012, pues tampoco se puede deshechar eso. Y pues replegado, y simplemente de repente asoma la cabeza, como ahora en el aniversario. De pronto algunas declaraciones que hace sobre la reforma fiscal, la ley del ISSSTE, pero se dedica a construir esa plataforma de base, de apoyo. Él sigue en lo suyo y a ver hasta dónde llega y en dónde acaba todo eso. Y vamos a ver este domingo qué tanto respaldo sigue teniendo de sus seguidores, si es que ha decaído mucho el movimiento o sigue más o menos en las mismas condiciones.
--¿Ha estado Andrés Manuel a la altura del papel histórico que le tocó jugar? Doce meses antes le veíamos ya con la banda presidencial y hoy está un poco desaparecido.
--No, pues bastante desaparecido, después de una derrota. Y también ha perdido mucho apoyo por su estrategia postelectoral, que fue bien vista por los sectores duros, pero no por los sectores moderados, lo cual le ha quitado mucha de la popularidad que tenía. Pero no sabemos cuál va a ser el futuro político, porque las cosas y las circunstancias pueden ir cambiando para un lado y para el otro. Su papel histórico no creo que se pueda evaluar todavía porque no ha terminado su actividad política. Sigue en actividad, obviamente no en las condiciones que tenía hace un año o hace seis, pero no ha terminado todavía su función política.
--La convocatoria a una marcha de aniversario es un termómetro importante…
--Claro, y todo el resto del sexenio. No sabemos qué pase en el sexenio, no sabemos qué vaya a hacer él, qué logre. Qué participación tendrá en el 2012. Su ciclo político no ha terminado. Así, todavía no se puede hacer una evaluación definitiva.
--Doctor, en cuanto al movimiento de resistencia hubo en un principio manifestaciones aisladas en diversos puntos de la ciudad, pero estas actividades se fueron diluyendo… ¿Qué sucedió con este fenómeno social?
--Ningún movimiento puede aguantar en movilización tanto tiempo. López Obrador lo entendía y dio como punto final el primero de diciembre, ya nada más para que quedara constancia del descontento, del malestar y de la no conformidad con el proceso electoral. Pero si alguien intenta movilizar a la ciudadanía durante tanto tiempo es imposible. Se va desgastando automáticamente. Por eso optó por el repliegue, que no significa que la gente ya haya validado a Calderón o se haya convencido con el paso del tiempo que la elección estuvo bien. Quienes consideraron que no estuvo bien siguen pensado lo mismo, independientemente de que le sigan dando o no su respaldo a López Obrador, son cosas distintas. Una cosa es decir yo ya no le doy el respaldo a López Obrador, y otra muy distinta que Felipe haya ganado bien. Un año después sigue siendo la misma cantidad de gente, que es la mitad, la que está no convencida de que Felipe Calderón ganó bien. Aunque no toda esa mitad dice que ganó López Obrador y que le hicieron fraude. Hay como un 15 por ciento que afirma que no se puede saber quién ganó, pero ellos mismos tampoco le están dando la legitimidad a Calderón.
--Y el círculo cercano a López Obrador seguirá fuerte, unido como antes de la elección.
--Eso no lo sé. No he tenido contacto con ellos, no sé cuál sea su dinámica, y como están ya fuera de foco no sé si entre ellos estén en la misma situación de cohesión. No tengo la menor idea.
--Hay también dos Robertos Madrazos. Uno, el del dos de julio, que llegó derrotado a la elección y otro, el que escribió el libro La traición. De este personaje qué podemos deducir.
--No, pues no se quiso quedar callado. El ego le ganó. Quiso salir a reivindicar, a echar responsabilidades a los demás, en fin, no a reconocer y a quedarse ya en la oscuridad. Yo creo que fue más bien una cuestión de ego el salir a decir, y cuestionar también la elección y decir que debió haber sido anulada y atribuir a final de cuentas que fue traicionado por los gobernadores. Un poco para quitarse la responsabilidad de la derrota del PRI y echársela fundamentalmente por un lado a Elba Esther Gordillo, quien desde luego tuvo que ver mucho, pero en el pleito personal con él y otra a los gobernadores, que se comportaron pragmáticamente como no cabe esperar otra cosa, sobre todo de los del PRI, que son básicamente pragmático.
--Como siempre, él en un ajedrez político.
--Sí… Pero no quiso que se quedara la idea de que el PRI perdió por él. Y salió con su libro y con las entrevistas que estuvo concediendo.
--Un poco de protagonismo.
--Más que de protagonismo es de defender su imagen y decir el PRI no perdió por mí sino por otros; o también por otros.
--No es usual ver al partido que lo lleva al poder peleado con el presidente.
--Pero eso tiene que ver más que nada con una rivalidad personal de Espino. No creo que sea ninguna cuestión estructural. Es rivalidad que se venía dando desde antes de la elección con los grupos de Espino y de Calderón. Desacuerdos sobre cómo hacer sus cosas, intromisiones tan vez indebidas de Espino en la campaña; él jugando su papel de presidente del partido. Y ante esa confrontación ha querido defender su posición inclusive con declaraciones y zancadillas a Felipe Calderón, pero ya parece haber perdido esta confrontación. Y simplemente es cuestión de tiempo para que salga del partido, pero fue más una rivalidad personal y no algo más de fondo como podrían ser diferencias ideológicas ni una cuestión estructural del partido. Espino, con su equipo, en contra de Calderón.
--Nada más.
--Nada más.
--¿Es sana la distancia entre estas dos instituciones?
--No, ala contrario. Debería de haber una muy estrecha cercanía. Porque el partido gobernante evidentemente tiene que acompañar al jefe de gobierno. En todo país democrático el jefe de gobierno es al mismo tiempo el líder real de su partido. Aquí Espino por su personalidad o sus ambiciones o qué sé yo tomó ese papel de confrontación, pero no es en teoría lo que se espera de un partido gobernante.
--¿Incluso el Presidente podría intervenir en decisiones de su partido?
--A través del titular del partido, y convenciendo, desde luego. No de manera autoritaria y vertical como en el caso del PRI, pero puede proponer su posición; puede hablar con con la gente del partido para ir hacia un lado o a otro. Ese tipo de cosas, por supuesto, y eso hacen todos los presidentes del mundo: convencen a sus legisladores a que les acompañen en sus decisiones. Que no es directamente intervenir. Intervendrá en lo que estatutariamente le permitan. Lo que sí es que el presidente del partido tendría que ser alguien que de entrada está jugando a lado del presidente. Eso es en teoría lo que debe de ocurrir. Así funciona la democracia.
Lo que Manuel Espino presenta como autonomía, en realidad es un factor de gobernabilidad.
--¿El PRI como oposición, ha crecido en los últimos 12 meses?, ¿Es más colmilludo?
--No. No, no, no. Simplemente está jugando un poco. Cambió su estrategia: jugó a desprestigiar al gobierno de Fox, a no ayudarle, a bloquearlo, a boicotearlo es la palabra, pensando en que los ciudadanos vivían en automático y entonces se iban a regresar al PRI, cosa que sí ha sucedido en gobiernos donde ha llegado el PAN, se decepciona la gente y vuelven al PRI porque hay una dinámica bipartidista, pero a nivel nacional no ocurre así porque aquí quienes se decepcionaron del PRI se fueron con el PRD no con el PRI. Eso pudo haber llevado al PRI a decidirse por estrategias distintas: apoyar al gobierno en algunas cosas, pero condicionado, cobrándole caro. Pero sí ayudando en algunas cosas para no verse como alguien que está boicoteando porque eso ya se vio que a la larga no les sirvió de gran cosa. Pero tampoco dan un apoyo incondicional y sistemático, a veces lo hacen, otras no, aunque siempre lo cobran.
--¿De verdad está perdiendo el PRD todo ese capital político en el Congreso, tras la mayoría histórica?
--En términos de encuestas sí, porque buena parte de ese empuje fue López Obrador. Y en la medida de que ha perdido popularidad y credibilidad entre muchos de los sectores que lo apoyaron, eso podría repercutir en el PRD, pero habrá que ver en los comicios. En Tabasco, por ejemplo, mucho le atribuyeron a lo que había pasado con López Obrador, pero yo creo que tuvo que ver más con rupturas dentro del partido en mismo Tabasco, con un candidato que ya no era muy popular, Ojeda, que tenía que ver más con una dinámica interna, igual que en Yucatán tuvo que ver la derrota del PAN más con la dinámica interna que con la supuesta caída de la popularidad de Calderón. En los estados siempre pesa más esa dinámica interna que los actores nacionales.
--¿Ha sido benéfico para el PRD el que López Obrador haya tomado esta bandera de “El presidente ilegítimo” hacia Calderón?
--Pues más que la de presidente ilegítimo, la de él nombrarse “presidente legítimo”. Yo creo que al PRD lo pone en una situación complicada, difícil, porque por un lado la parte institucinal del PRD tienen que seguir su trabajo, los gobernadores ya se sabe… a Marcelo pues también le han puestoi en una posición complicada, que ha tenido que ir sorteando. Y a los legisladores, que en un momento dado de repente sienten una camisa de fuerza de no poder ir más allá en ciertas negociaciones, por la postura radical de López Obrador. Creo que al PRD institucional le ha complicado las cosas esta postura del Presidente legítimo de López Obrador.
--Qué debe hacer el PRD para reivindicarse.
--Tener un buen desempeño, aquí en la capital; los legisladores mantener también posiciones que sean adecuadas a lo que espera su electorado de ellos. Tener posiciones no tan radicales. Y sólo así, con un buen desempeño en las trincheras en donde está. En los trabajos parlamentarios, que no sean de entrega ni de claudicación, porque entonces pierde sus bases fuertes. Es decir, debe jugar un equilibrio complicado, difícil,, para tampoco alejarse de los sectores moderados. No es para el partido una situación fácil y a la mejor con el tiempo poco a poco se puede ir retomando ese cauce. Ahorita estaba entre la espada y la pared, porque la elección recién ocurrió. Marcelo, por ejemplo, no podría ir a la comida de Los Pinos porque entonces las bases perredistas más enojadas, que las va a requerir en algún momento para ser candidato, si es que quiere, le darían la espalda y fácilmente le pondrían el calificativo de traidor. Y no lo puede hacer.
--Aunque por ahora los medios electrónicos lo hostiguen asegurando que no se puede cortar el cordón umbilical de Andrés Manuel López Obrador.
--Son medios que lo quieren presionar a que se reúna con Felipe Calderón, pero sería darle el espaldarazo, el golpe a López Obrador, pero si hace eso Marcelo, se olvida de ser candidato del PRD.
--Y al país, qué es lo que conviene en este caso, doctor. Trabajar unidos el gobierno del DF con el ejecutivo.
--No necesariamente se tienen que reunir para la foto, como ha dicho Marcelo. Pueden tener los contactos informales e ir trabajando unidos, pero es evidente que lo que está buscando Felipe es la foto para descalificar a López Obrador y Marcelo Ebrard no se quiere prestar a eso. Lo que quiero decir es que no es necesaria la foto para que puedan trabajar en conjunción los dos gobiernos. Marcelo ha dicho: si lo que quieren es foto, no va a haber. Vamos a seguir trabajando juntos, pero sin foto de por medio porque no tiene un sentido de desempeño, sino un sentido político, que al único que conviene es al presidente Calderón.
--Finalmente: Vicente Fox lleva un año en el ranchito. Cómo evaluamos al ex presidente.
--Que a la mera hora vio que después de haber estado tanto tiempo en el poder y con los reflectores, porque a eso no se puede renunciar tan fácilmente, y eso de nada más pasear a caballo en las mañanas y ordeñar las vacas, pues no, no es muy satisfactorio que digamos. Tiene que seguir bajo los reflectores, por eso da conferencias, hace declaraciones, para sentir que tiene todavía la atención de los medios. Es de naturaleza humana: cuando has probado algo de la droga del poder, te haces adicto. Y es una adicción que no se puede dejar tan fácilmente.
--Globalmente cómo se observará al México de pocas certezas ge hace un año al de hoy.
--No, pues en el mundo yo creo que bastante mal. Después de esta elección, pues tras las expectativas democráticas que se generaron en el 2000 y luego a la primera de cambio se viene para abajo la limpieza electoral y el sistema electoral, y la confianza. El mundo democrático concluirá que “estos no tienen remedio”, junto con otros países latinoamericanos. Pensarán que ahí la democracia no se acaba de dar.
--¿Y en cuanto a política exterior?
--Sí hay un giro importante en donde México no quiere aislarse del resto de América Latina. No quiere decir que sea su prioridad, porque no la es, ni la va a ser, esa es Estados Unidos. Pero tampoco había necesidad de confrontarse con medio continente como hizo Vicente Fox, y además de a gratis y por ninguna razón importante. Ese giro quiere reivindicar la relación con los países que están gobernados por la izquierda, que se nos fueron alejando, lo cual pasa por Cuba y pasa por Venezuela, inevitablemente. Si hay un ataque a Hugo Chávez, lo vimos en Davos, salen los otros presidentes de izquierda a defenderlo y a poner una línea de división con México. Y entonces, si no se quiere estar aislado de América Latina, y a cambio de nada, al parecer ya convencieron a Felipe Calderón de que no es la mejor política exterior y ahora se están rehaciendo todos los daños que se hicieron con Fox. Y a través de esto poder reestablecer la relación con Bolivia, Brasil, Nicaragua, etcétera.
--Doctor, al principio del gobierno calderonista hubo las opiniones de que Calderón caería antes de terminar su gestión; se aseguraba en los círculos familiares que sería el primer presidente derrocado. ¿Todavía se vislumbra este panorama?
--No. Con el tiempo las cosas se van asentando, pero sí quedó fracturada y bastante la sociedad y el consenso, y no se pueden descartar escenarios nuevos. Las instituciones están más débiles que nunca, la credibilidad y la confianza que se ganó en el 2000 se perdió en el 2006. Y si se cometen errores o si se le salen las cosas de control a Felipe a nivel de economía, de inflación, se podrían complicar las cosas. No se ve desde ahorita un escenario en el que no terminara, pero tampoco se puede dar por hecho que las cosas pueden seguir con toda la normalidad del mundo.
--No le ha sido no le será sencillo.
--No. Y depende un poco también de qué logros obtenga en materia de reformas, de economía, de administración, de generación de empleos. A ver lo del narco cómo lo resuelve, cómo se sale de ahí, porque no va a ganar esa guerra. Habrá que poner otros temas sobre la mesa para que a la gente se le vaya olvidando lo del narcotráfico. Ahorita veo más probabilidades de que sí termine su mandato.
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