25 de febrero de 2008
Quizá nadie pensó que reglamentar el uso del tabaco y los cigarrillos pudiera causar tanta polémica, tanta confrontación entre fumadores y no fumadores. Era lógico suponer que nadie se opondría a una ley que trata de enfrentar un problema de salud que al año mata a 60 mil mexicanos: el tabaquismo. Esta adicción provoca múltiples enfermedades, que sumadas ocupan la segunda causa de muerte en el país. Y aunque nadie niega los efectos positivos de las reformas a la ley que se aprobarán en el Congreso y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, hay voces que se han levantado para advertir que los cambios implican riesgos “fascistoides” que vulneran el derecho de los fumadores. Más allá del debate, están las historias de quienes son destrozados, fumada tras fumada, por el tabaco. Casos estremecedores que nadie puede ignorar, ni dejar de ver, por más humo que haya en el ambiente. Y usted ¿fuma?
Humo en tus ojos
Debate entre posiciones irreconciliables
Los que fuman se sienten agredidos, vulnerados en su libertad con la nueva ley antihumo. Los que no tienen ese vicio ven en la nueva norma una garantía a su derecho de no ser afectados por el humo del tabaco que fuman otros. Ahí está el punto: ¿liberar del humo de tabaco a todos los espacios cerrados es cancelar derechos o es velar por la salud?
De ello hablan y discuten Xiuh Tenorio y Tomás Pliego, asambleístas del DF, y la periodista Tere Vale. Tres voces representativas de esta singular polémica pública en la capital del país.
Por Pedro Díaz G.
Xiuh Tenorio, diputado por Nueva Alianza
Hay un problema real que nos obliga, como autoridades, a actuar con responsabilidad. El tabaquismo es un problema que genera alrededor de 60 mil muertes al año.
Tomás Pliego, diputado perredista, quien propone un plan B ante la ley antitabaco No creo que una iniciativa así, con características verticales, que no te convence sino que te obliga, pueda mover las estadísticas. Yo creo que el tabaquismo es un problema de salud.
También el alcohol. También son un problema de salud todas las porquerías que te venden en la calle.
Tere Vale, periodista
A los jóvenes habría que hacerles cada vez más campañas de prevención del cigarro, los niños deberían estar recibiendo constantemente información para no volverse fumadores, pero si un adulto consciente decide fumar, es una decisión que se tiene que respetar. Veo un riesgo totalitario, fascistoide, estalinista de
no respeto a la capacidad de decidir que tenemos los seres humanos.
A unas horas de decidirse, las propuestas están en la mesa. Y uno de los temas a discusión es el de los derechos individuales.
Xiuh Tenorio
La iniciativa de Tomás Pliego me parece una propuesta que no presenta argumentos más allá de defender un supuesto derecho a fumar, cosa que en términos jurídicos no existe. Lo que sí existe y está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y en el artículo IV de nuestra Constitución es el derecho
a la salud. Eso es lo que tenemos que defender.
Tomás Pliego
Qué extremo: prohibir el cigarro en el 100 por ciento de los inmuebles. O sea que un empresario que quiera invertir para darle el lugar a los que quieran fumar, ya no puede. Yo voté por la ley que se aprobó en octubre porque aún con la dificultad con que se dio garantizaba el derecho de una minoría, en este caso los fumadores, a decidir, a ejercer su derecho a la libertad. Esta decisión es una medida totalitaria, vertical, que entierra y cancela el derecho de los fumadores.
Tere Vale
A mí me parece que la gente que no quiere fumar tiene todo el derecho del mundo de no ser contaminada por los que fumamos, y para eso debe haber lugares para no fumadores, en donde si tú quieres estar libre de humo tengas el derecho de asistir a un espacio 100 por ciento libre de humo, pero si yo soy fumadora y quiero fumar y quiero ir a un restaurante y tomarme un café o echarme una copa, pues yo también tengo derecho a que haya un espacio en donde pueda estar a gusto. Porque es mi decisión. Buena o mala, es mi decisión.
Legislar para minorías tiene sus complicaciones, se les plantea a los entrevistados.
Xiuh Tenorio
Esta es una lucha que lleva años. Se ha dicho que legislamos por moda o que estamos legislando o copiando otros modelos. En realidad es una lucha que lleva mucho tiempo. Se trata de un problema real que enfrenta mi país y mi ciudad y que nos obliga a tomar acciones en consecuencia.
—Lo califican de fascista.
—Cuando estuve a favor de la despenalización del aborto en el DF, o cuando promuevo el uso masivo del condón, dicen: “maravillosa la propuesta, bienvenida. Qué progresista”. Pero si propongo resolver un problema de salud pública, entonces soy el antiliberal, el anticlimático.
Tomás Pliego
Esta es una Asamblea en la que hemos legislado para las minorías. Y nosotros tenemos que garantizar esos derechos en una ciudad en donde tenemos una cultura, en donde la tendencia es democrática, progresista, de izquierda. Una ciudad en donde las imposiciones terminan por generar mayor corrupción, se convierten en letra muerta o se imponen a través de la violencia.
Tere Vale
El tema del tabaquismo parece difícil de resolver. No lo es. Hay una propuesta muy conservadora, discriminatoria para 20 millones de mexicanos. Nadie dice que fumar sea bueno. Hace daño y ocasiona problemas de salud, pero los adultos en pleno uso de las facultades mentales tenemos la capacidad de decidir lo que queremos o lo que no podemos hacer. Estados Unidos ha convertido a sus ciudades en grandes ceniceros, porque todos están, así sea a temperaturas bajo cero, echándose un cigarrito. Se salen a fumar porque hay una intolerancia tremenda.
Fumar o no fumar... Otro punto es la economía. El dinero. Los costos en materia de salud que absorbe el Estado.
Xiuh Tenorio
Cada día mueren más o menos 165 mexicanos por enfermedades asociadas al tabaquismo. Y una parte, 15 por ciento, gente que nunca en su vida fumó. Es un problema de salud pública que nos cuesta algo así como 30 mil millones de pesos al año. Para ponerlo en perspectiva: la UNAM recibe al año 18 mil millones de pesos; reconstruir Tabasco después de las inundaciones nos va a costar justamente 30 mil millones de pesos.
Tomás Pliego
¿En qué coincide la iniciativa de Xiuh Tenorio con la mía? En que estamos declarando espacios 100 por ciento libres de humo de cigarro a todos los establecimientos: cines, galerías, bibliotecas, restaurantes, salones de fiesta, museos. Ahí no va a haber la mínima posibilidad de que la gente fume. En eso coinciden. La diferencia está en los espacios nocturnos, a donde sólo van adultos. No los podemos tratar como si fueran infantes.
Tere Vale
Esto va a tener consecuencias económicas muy fuertes, porque a los restaurantes chiquitos, en el supuesto caso de que tuvieran un 30 por ciento de área para fumar, a lo mejor sólo les queda una mesa para fumar. Es imposible dejar fuera la sana convivencia.
Otro de los argumentos de los fumadores es que se trata de una medida impositiva.
Xiuh Tenorio
Lo que estamos buscando es una sana convivencia entre fumadores y no fumadores. Nadie le está impidiendo a ninguna de estas personas que fume. Lo único que estamos buscando es que no lo hagan en lugares públicos cerrados. De verdad entiendo a las personas que fuman. Sólo espero que comprendan que su hábito está causando un problema de salud pública al país.
Tomás Pliego
La convivencia es elemental y se tiene que dar con equilibrio, con equidad. Si no generamos equidad nosotros, a través de las leyes, si en vez de eso estamos discriminando a un sector, estamos en el absurdo. El problema de salud, lo reconozco, es grave. Pero la contaminación que generan los vehículos en esta ciudad es mucho más grave.
Tere Vale
Yo creo que es un asunto de una moda puritana, discriminatoria. Tendríamos que buscar una solución inteligente para ambas partes en donde nadie viera lastimados sus derechos y se lograra una convivencia pacífica y una convivencia en armonía.
¿Qué sucederá con el tema del tabaco en las próximas horas?
Otro de los argumentos es la copia de los modelos extranjeros.
Xiuh Tenorio
Nuestra iniciativa cuida la salud de no fumadores y también de los fumadores. Es la única medida que puede reducir en más de 25 por ciento el consumo del tabaco.
Tomás Pliego
Nosotros no somos Canadá, no matamos focas. Y espero que nunca tengamos que informarle al gobierno cuántas botellas voy a comprar para una fiesta particular, como sí sucede en Canadá. Aprendamos las cosas que se puedan aprender de la experiencia mundial y apliquémoslas a nuestras prácticas. No tenemos que copiarlas.
Tere Vale
La propuesta en España es que tú decides a dónde puedes ir. Y el propio dueño del restaurante decide qué giro seguir. Y cada quien hace lo que quiere hacer. Yo soy una voz disidente, completamente convencida y decidida a dar la lucha. ¶
Xiuh Tenorio
Me parece que particularmente los fumadores que están en contra de la medida son los mayores de 50 años, que no están de acuerdo en cambiar de opinión. No sucede igual con los chavos. Es una cuestión de hábitos y no se vale generar este falso debate de que los estamos persiguiendo. Estamos salvando vidas. Y estoy seguro de que en unas semanas todo será parte de la normalidad.
Tomás Pliego
La Constitución en su artículo 73 establece que es legal la producción y consumo de tabaco en México. Cómo regulas algo así sin darle salida. Y qué va a pasar si tú prohíbes el cigarro en todos lados. Una ley totalitaria multiplica la corrupción, que de por sí existe.
No hay capacidad de las autoridades locales para verificar, supervisar, sancionar, multar o clausurar a todos los establecimientos mercantiles que hay en esta ciudad, que son miles. No se puede. Matemáticamente no dan
los números.
Tere Vale:
Yo creo que en el fondo lo que está en juego es la capacidad de decidir de los adultos. Yo creo que a los jóvenes habría que hacerles cada vez más campañas de prevención del cigarro, los niños deberían estar recibiendo constantemente información para no volverse fumadores, pero si un adulto consciente decide fumar es una decisión que se tiene que respetar. Todo lo que implica una estandarización, uniformar a la sociedad me parece muy peligroso.
Sólo siento que me muero
Por Humberto Padgett / enviado
padgett@m-x.com.mx
Guadalajara, Jal.- Otra vez la masacre. De nuevo, la azotea salpicada de sangre.
Alrededor de los pies de Joaquina, debajo de las sábanas blancas y las camisas cuadriculadas recién tendidas bajo el sol, relucían los diminutos hígados. Parecían vísceras de pollo.
—¿Pos qué animal se trae esta matanza? —preguntó Tomás a su esposa. Joaquina observó el rastro de sangre. Sonrió y se asomaron sus dientes amarillos y largos, tanto, que cualquier día se le escaparán de las encías.
—Sepa, viejo —contestó la mujer y lanzó la sábana sobre el mecate, hacia el azul perfecto del cielo de Los Altos de Jalisco. Aún quedan en Joaquina las huellas de la belleza que define a las mujeres de Jalostotitlán. La nariz es un pellizco dado a la masa de trigo.
La matanza se mantenía en el misterio. En esa casa no hay gallinas y los canarios de doña Joaquina cantaban a unos metros.
Días después, la sangre estaba de nuevo ahí. Brillaba.
—¿Qué animalito se comerían aquí? ¿Sería un gato que se comió un pajarito? —insistió Tomás.
—Quién sabe —contestó Joaquina.
Pero la tos la tomó por asalto. Sintió que la vida se le agolpaba en la garganta. Sus mejillas color cresta de gallo se volvieron globos
a punto de reventar. Sus ojos verde agave se estremecieron. No pudo contener más el estallido: uno, dos, tres, 10 bolas de sangre espesa salieron por su boca.
Ese día de 2004, Tomás Íñiguez Ledesma presintió la viudez.
—¡Mira nomás! ¿A poco estás sacando tú toda esa sangre? ¿Pero por qué no me has dicho nada, mujer?
—Pues no me duele nada. Sólo siento escalofríos, desaliento, que la vida se me acaba. Nomás eso.
Y así era: a Joaquina García Rojas, entonces de 61 años, se le estaba yendo la vida. El reguero de sangre no era provocado por un animal, sino por un monstruo anidado en su pulmón izquierdo. Una bestia que crecía, se multiplicaba.
El pronóstico sería implacable. Y Joaquina se integraría a la estadística de la mortalidad en México asociada con el tabaco: 60 mil muertes al año, 20 veces más de las que produce el fuego del narcotráfico.
El cigarro, droga legal desde siempre en México, mata más que todas las drogas ilegales juntas.
* * *
Joaquina comenzó a morir hace más de medio siglo, cuando tenía 12 años y prendió el primer cigarro, liado en hoja. El mareo le zangoloteó la cabeza.
La tos le comprimió el pecho. Estuvo cerca de vomitar. Decidió aguantar. Se disciplinó. Dos o tres cigarros al día bien forjados. Luego cuatro o cinco. Compró la primera cajetilla.
Era puro “chupar y chupar”. Primero chupaba Faros. Luego Tigres. Siguieron los Carmencitas.
El poder adictivo del tabaco descansa en la nicotina. Ésta se absorbe desde la mucosa de la boca hacia el resto del sistema, explica Rafael Hernández Zenteno, investigador del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias.
El viaje es veloz: a los seis segundos de la inhalación ya está en el sistema nervioso. Acaricia los receptores del placer, las emociones y la recompensa.
Ese masaje neuroquímico estimula la producción de las sustancias relacionadas con el placer, la recompensa y la excitación.
Cuando la experimentación se convierta en hábito y éste en adicción, se tendrá a un enfermo con necesidades físicas y psicológicas. Difícilmente abandonará el consumo. Diecinueve de cada 20 fumadores fracasan en su intento de abandonar el consumo en menos de un año cuando se lo proponen sin ninguna asistencia. Sólo la “No me duele nada,
sólo siento que me muero” tercera parte tiene éxito en ese mismo tiempo después de integrarse a clínicas en que se les medica y se les provee de asistencia psicológica.
Más de la mitad de los fumadores inician en la infancia o la niñez. Esto también se explica por su susceptibilidad a la publicidad, la búsqueda de integración a grupos que supone menos infantiles y su inclinación por la experimentación.
“Pican el anzuelo y quedan enrolados en el consumo. El grado de adicción del tabaco es comparable a la heroína, a la cocaína y al alcohol.
Se habla de que es una droga perfecta debido a que el fumador regula las cantidades mientras sorbe de su cigarro o pipa”, apunta en entrevista Hernández Zenteno, especializado en tabaquismo.
En su adolescencia, Joaquina también le dio el golpe a otros 4 mil químicos: cianuros, acetona, amoniaco, alquitrán y benzeno, entre 60 cancerígenos que vienen mezcladas con el tabaco. También sorbió monóxido de carbono y arsénico. Todas estas sustancias son letales. Algunas aparecen en las etiquetas que detallan la composición de los raticidas.
Otras más son radioactivas, como el polonio.
Era el coctel fatal que Joaquina fumó intensamente durante 37 años.
Y durante más de tres décadas, ella y Tomás compartieron el trabajo, la crianza de cuatro hijos y el humo con que se llenaban los pulmones. Cada quien, como fumador activo, hacía del otro un fumador pasivo.
“El tabaco es un veneno agresivo, lento y seguro. Letal en cierta forma, porque está asociado con unas 42 enfermedades”, puntualiza el neumólogo.
Cuando Joaquina compraba cigarros, no había en la caja de cigarros advertencia sobre un hecho conocido:
fumar mata.
“Después ya no fumé más. Mis hijas me decían ‘ya no chupe’. Pero yo tenía ganas de chupar. Me decían más: ‘Ya no sea cochina’. Un día estaba en el cuartito de arriba de la casa, en la azotea, y me fumé el último. Era Gol. Tenía media cajetilla y le prendí fuego. Ni modo.
“Duré tres días... ¡Ay, Dios mío! Me sentí como si fuera un perrito de mar. No me hallaba. ¿Pero cómo iba a chupar? Sólo que no fuera Joaquina García Rojas. Y ya no chupé. ¡Bendito sea Dios! Así vamos a tener pulmones, pensé”.
Pero el daño estaba hecho. Durante los años siguientes, una célula indetectable se duplicaría, se cuadriplicaría.
Se abriría espacio en una parte del pulmón derecho de Joaquina.
Invadiría el resto.
* * *
Joaquina también es muestra de un cambio en el patrón de consumo de tabaco, el cual se puede identificar en las enfermedades por sexo.
“La mayor incidencia del cáncer pulmonar se da entre pacientes de 50 y 60 años de edad, en aquellos que tienen más de 20 años fumando.
Por otro lado, si vemos las estadísticas nos damos cuenta de que esta incidencia se presenta también en las mujeres.
“Hace 30 años las mujeres no fumaban, empiezan a hacerlo en los setentas y ahora la incidencia de cáncer de pulmón entre hombres y mujeres es de uno a uno”, acota Isaac Luna Benítez, subdirector del Instituto Jalisciense de Cancerología.
La posibilidad de adquirir cáncer de pulmón es 22 veces superior entre quienes fuman que entre quienes no lo hacen. El consumo de tabaco también aumenta de forma importante el riesgo de desarrollar tumores malignos en nariz, boca, glándulas salivales, garganta, esófago, estómago, riñón, vejiga, colon, pene, útero, mama y piel.
El tabaquismo es causa de la tercera parte de las muertes por males cardiacos y accidentes vasculares en el cerebro. La adicción favorece el enfisema pulmonar, acelera el proceso de envejecimiento, promueve la aparición de cataratas, es causa de impotencia sexual, ocasiona gastritis y está asociada a la osteoporosis. La muerte súbita de los niños de pecho
también ha sido relacionada con el consumo de tabaco.
* * *
No lo supo, pero cuando Francisco García Pelayo le dio el primer jalón a un cigarro, ya siendo hombre adulto, decidía que moriría asfixiado.
Comenzó a fumar a los 25 años de edad cuando entró a trabajar como ingeniero de Pemex, en Tampico. El primer cigarrillo fue un Delicado. Cambió a Raleigh. Despertaba en la noche sintiendo que el humo le hacía falta. Prendía el primer cigarro a las dos de la mañana. El mejor era después de comer. Al menos un paquete diario se fumaba Francisco.
Cuatro décadas más tarde fumó su último cigarrillo. Ya estaba enfermo.
Veinte años después de haber abandonado la adicción, una radiografía de su pecho era una lección de hasta qué punto podía enfermar un pulmón por fumar.
En el contraste de los rayos X, el aire se observa oscuro. La gente piensa que es el humo, pero no. Ahí no está el asesino. Ahí sólo están los cadáveres.
Es aire viejo atrapado. El nuevo ya no puede ingresar. En las zonas en que el aspecto es más negro, el pulmón ya no funciona. Miles de alveolos han muerto. Estallaron. No pueden absorber el oxígeno. Sólo puede respirar la tercera parte de lo que respira un hombre de su edad, 86 años, con los pulmones sanos.
Son pocas las palabras de Francisco. Apenas atraviesan sus dientes amarillentos, el hombre se entrega al jadeo. Boquea como un pez fuera del agua. Vive bajo una bronquitis que jamás se curará.
Para Francisco, caminar de su sala a la habitación en que duerme, en Guadalajara, es como correr una carrera de 400 metros. Pasar un poco de comida es como zambullirse dos minutos debajo del agua. Así que es un hombre estático e inapetente. Es posible que finalmente se vuelva anoréxico.
A lo largo de los años se pierden tantas partes funcionales del pulmón que el paciente cae en insuficiencia respiratoria. Es capaz de respirar sólo cuando está completamente en reposo.
Termina por ser dependiente de una máquina de oxígeno. El uso de oxígeno inicia cuando aun en reposo no puede recuperar el aliento. Luego lo usan toda la noche, casi siempre por indicación médica, hasta que lo necesitan de manera continua. Su compañía permanente se vuelve un cilindro metálico. Lo arrastran con un diablito, lo acomodan sobre una silla de ruedas.
Las arterias que salen del corazón y las coronarias están calcificadas, obstruidas. El corazón está en jaque.
Y falla. Un día, la sangre se queda en el órgano que la envía: se inflama el hígado, se acumula líquido en el abdomen, se les hinchan los pies.
El corazón sucumbe a una debacle que inicia en los pulmones. El paciente está a punto de perder la vida.
Francisco continuó fumando aún después de diagnosticado. Al final lo abandonó. Algunos enfisematosos o enfermos de cáncer de pulmón mantienen la adicción al tabaco hasta sus últimos días.
No sólo don Panchito está enfermo. Los pulmones de su esposa, María de Jesús Romero, también comenzaron a morir antes que el resto del cuerpo.
La mujer cantaba. Un día se quedó sin aire y dejó de hacerlo. Hasta años después de que su marido abandonara el vicio es que recuperó la voz.
Francisco despierta por las noches sintiendo que le falta el aire, como si su cabeza estuviera dentro de una pecera. Tose, se agita, busca la manguera de oxígeno. Pero la trae puesta. Presiente la muerte. Su mujer lo abraza, lo calma. El hombre se controla, se relaja y todo queda quieto, en silencio.
“Entonces pongo la mano sobre su pecho”, cuenta María de Jesús. “Y pongo atención para saber si su corazoncito ya ha dejado de latir”.
* * *
Frente a Tomás, dibujó una circunferencia sobre la mancha destacada en la radiografía.
—Es cáncer. Tiene el tamaño de un limón—, describió un médico de Aguascalientes, el primero en ver a Joaquina a través de los rayos X.
Ella esperaba afuera del consultorio. Las personas sin servicios públicos de salud de Los Altos de Jalisco se atienden en Aguascalientes, porque ahí es más barata la medicina particular que en Guadalajara. Con la tos coagulada de Joaquina, subieron al
autobús en Jalostotitlán e hicieron la hora y media de viaje.
El grado de adicción del tabaco es comparable a la heroína, a la cocaína y al alcohol.
Se habla de que es una droga perfecta debido a que el fumador regula las cantidades mientras sorbe de su cigarro o pipa
—¿Qué se hace? —preguntó Tomás.
—Se opera. Ahorita mismo se lo saco. Te cobro 200 mil pesos.
—Déjeme hacer cuentas. Déjeme hablar con mis hijos, ver cuánto juntamos.
—¿Qué no puedes tú solo? Nomás tú. Es cosa tuya y de tu esposa
—exigió el médico. La mujer de Tomás moría.
—Nomás traigo para el camión de regreso —repuso Tomás.
—Entonces regrésate —contestó el hombre de la bata blanca y le
entregó a Joaquina la radiografía del “limón”.
* * *
Desde Aguascalientes, Tomás ya conocía el nombre de la enfermedad. Pero decidió ocultar la información a su mujer.
Es una práctica común de la medicina en México no informar al paciente de una enfermedad mortal, sino a sus familiares, quienes por lo general también optan por la discreción.
Ignorante de su estado, Joaquina fue sometida a tratamiento. La quimioterapia
le arrancó cada uno de sus
cabellos color canela.
—La quimioterapia era como
tragar tunas llenas de espinas. Me
pasaban por la garganta y el pecho
—describe Joaquina—. Nomás era
vomitar y vomitar. Ni el agua me pasaba.
Tenía más asco, mucho más,
que cuando estaba embarazada. Las
radiaciones me quemaban. Pedía que
me dejaran en paz…
—Pedía que ya la dejáramos morir
—interrumpe Tomás—. ¡Cómo! Si
hay que hacer la lucha, le decía.
Pero Joaquina no sabía con qué
luchaba. Un oncólogo del Instituto
Jalisciense de Cancerología optó
por dejarse de rodeos y le dijo la
verdad. Los pacientes tienen derecho
a conocer su enfermedad y este conocimiento
redunda en su cooperación
durante el tratamiento.
“El doctor de Guadalajara me
dijo que tengo cáncer. Y que me enfermé
por fumar. Sí, por cochina es
que estoy enferma. Ya sabía por qué
estaba pelona. Por qué el vómito. Ya
sabía de qué estaba enferma y atenida
a lo que siguiera. Nomás con la pena
me hubiera muerto”.
Joaquina no sólo tiene un tumor.
La parte superior de su pulmón
izquierdo tiene cinco lesiones redondas,
una colección de monedas en que
la más pequeña tiene el diámetro de
un peso y la mayor es más grande que
un centenario. Son cinco monstruos
aferrados al fondo de la mujer. Imposible
sacarlos con el bisturí.
✱✱✱
La quimioterapia y la radioterapia no
habían logrado aniquilar a la bestia.
El tratamiento de Joaquina ya no estaba
centrado en desaparecer los tumores,
sino en detener su crecimiento
y propagación.
Esto lo lograba una pastillita
diaria de Iressa, un medicamento que
le contuvo el cáncer desde hace un par
de años. Siempre lo recibieron gratuito
en el Instituto Jalisciense de Cancerología
o lo adquirieron a un precio
preferencial de 3 mil pesos por cada
caja con 30 pastillas.
Pero ya no hay más Iressa a bajo
costo en el instituto. El que había fue
un lote provisto por el laboratorio
para probar la sustancia en una paciente
que falleció antes del diagnóstico
de Joaquina.
Y en la farmacia el medicamento
cuesta 22 mil pesos: 733 pesos por
pastillita. Los fármacos similares
tienen el mismo precio. Tomás hace
cuentas alrededor de esa cifra cada
que su mujer se hunde en un acceso de
tos. El hombre trabaja como peón en
el campo o en la construcción. A veces
ya no le aguantan las piernas.
Se levanta de la silla. Su rodilla
izquierda es una bisagra oxidada. La
podría escuchar chirriar, pero el dolor
apaga el sonido. Vence el orgullo y
explica:
“¿Usted cree que con 3 mil pesos
o un poco más que gano al mes vaya
a ajustar para comprar medicinas y
comida? Está caramba. Ni modo de
robar. Estamos casados desde 1964,
siempre caminamos juntos y derecho.
Uno siente que se le doblan las
piernas”.
El cáncer de Joaquina se ubica
en el estadío 2B del padecimiento, ya
cerca de la etapa 3 y sin posibilidad de
retorno. Es decir, más cerca del final
que del principio.
“En la etapa 3, cuando están en
una situación de manejo, entre 15 a 20
por ciento de los pacientes sobrevivirán
cinco años más. El resto fallece
desde el diagnóstico”, dice el oncólogo
Rogelio Mondragón.
“El cáncer de pulmón es de alta
mortalidad. A pesar de los tratamientos
que instalemos no vamos a curar
a la gran mayoría de los pacientes. A
diferencia de otros tumores malignos,
es de difícil tratamiento”.
Sin posibilidades quirúrgicas,
frente a la inutilidad de la quimioterapia,
de la radioterapia y sin el medicamento,
el monstruo peregrinará
hacia el bronquio principal de Joaquina.
Luego al diafragma y colapsará el
pulmón entero. Rodeará el corazón,
subirá por el esófago y la tráquea. Podría
escalar hasta el cerebro. Quizá
alcance el hígado y tenga tiempo de
bajar hacia el estómago. Tal vez tome
por asalto algún hueso.
“En etapas avanzadas, los pacientes
con cáncer de pulmón no
comen. Llegan a la anorexia, porque
están comiendo y se están ahogando”,
comenta Isaac Luna Benítez,
subdirector del Instituto Jalisciense
de Cancerología.
Hacia el final, se bombardeará el
organismo con morfina en el ánimo
de olvidar todo. Pero es posible que
ni así ceda el dolor. Y por encima de
la sensación de que los huesos crujen
y el abdomen estalla, estará el sufrimiento
de la asfixia.
✱✱✱
“Siempre ando con la tos. A veces casi
me mata. Tengo que agarrarme todo
el cuerpo para toser. A veces siento
que me ahogo en las noches”, revela
Joaquina.
Tomás y su esposa hacen el viaje
de hora y media de Jalostotitlán a
Guadalajara. Van del Hospital Civil a
las farmacias de Guadalajara. Ya no
hay medicinas a bajo costo.
La pareja pregunta a quien sea en
dónde se puede conseguir una caja de
Iressa más barata. Porque su precio en
la farmacia es de 22 mil pesos y dura un
mes. Dos meses reduciendo el consumo
a la mitad. Pero ese es todo el dinero
que Tomás gana en medio año.
Ya no hay respuestas. En el pecho
de Joaquina las monedas crecen, se
multiplican. Las mejillas rojas de Joaquina,
como si fueran crestas de gallo,
se expanden cual sábanas lanzadas al
cielo. La tos salpica sus palabras. En
meses será una mancha carmesí que
cubrirá a Joaquina por completo. Entonces
el monstruo la llevará al fondo
del mar.¶
“Queremos que ya
no haya nuevos
fumadores jóvenes”
Y la ley se hizo
No había terminado siquiera
la secundaria
cuando el senador Ernesto
Saro fumó su
primer cigarrillo. Años
después preferiría el puro.
El aroma molestaba a sus hijos
y esposa al grado que declararon su
casa, en Coahuila, como un área libre
de humo. Y desde hace 20 años sólo
puede prender su gruesos cigarros en
el patio. Si llueve o hace mucho frío, se
le permite llegar hasta la cocina. No
puede dar un paso más hacia adentro
con el tabaco encendido.
Hoy, Ernesto Saro preside la
Comisión de Salud de la Cámara de
Senadores y es uno de los principales
impulsores de la Ley Antitabaco.
Los números en que se apoya la
iniciativa de ley son infinitos.
Según el Consejo Nacional Contra
las Adicciones, en México existen
más de 15 millones de fumadores
y más de 25 millones de fumadores
indirectos, expuestos al humo de los
primeros. Cada día, 165 personas de
ambos tipos mueren. Son 60 mil al
año, cifra equivalente al total de defunciones
causadas por cirrosis, accidentes
de tráfico, homicidios, sida
y suicidios. El tabaquismo es la más
prevenible y a la vez la más mortal de
las enfermedades.
Y son 164 adolescentes que, sólo
en el estado de México, toman una de
las peores decisiones de su vida y se
inician en el tabaquismo. En el mundo,
también al día, lo hacen 10 mil niños
y jóvenes.
* * *
Que el tabaco mata es un tema viejo.
En 1761 se asoció su inhalación nasal
o rapé con el cáncer de nariz. La tesis
contravenía la idea generalizada de
años atrás acerca de que la planta tenía
prácticamente cualquier aplicación
terapéutica. La “hierba santa” se
aplicaba untada, se fumaba enrollada,
se bebía o se hacían supositorios
de ella.
A mediados del siglo pasado se
estableció con precisión la relación
entre fumar y contraer cáncer de pulmón;
24 años más tarde la Organización
Mundial de la Salud le asignó
formalmente el estatus de droga.
México firmó en 2003 su integración
al Convenio Marco para el
Control del Tabaco propuesto por la
Organización Mundial de la Salud
con el fin de frenar el consumo de tabaco
y abatir la exposición al humo.
Se consideró la necesidad de
promover la creación de espacios libres
de humo; limitar el comercio local
e internacional del tabaco; aplicar
o endurecer sanciones, y reducir, casi
hasta la desaparición, la publicidad de
la industria tabacalera, entre otras.
Esos compromisos tomaron
forma el 31 de agosto de 2007 con la
redacción de la Ley General para el
Control del Tabaco, aprobada por la
Cámara de Diputados a fines del año
pasado.
—Los efectos nocivos del tabaco
son conocidos desde hace décadas,
¿por qué hasta ahora se logra una ley
de este tipo? —se le pregunta al senador
panista Ernesto Saro.
—Faltaban consensos y no ha
sido sencillo lograrlos. Llevamos 14
meses en un proceso de negociación
en que hemos trabajado en bloque
diputados y senadores, lo que es inusual,
con la participación de cinco
partidos distintos. Esta ley llega con
mucho apoyo en este sentido.
Ya no se trata —aclara el legislador—
de prohibir ni de disminuir el
consumo de tabaco. “Queremos que
ya no haya nuevos fumadores, jóvenes
especialmente. Hoy el número de
fumadores crece y el que fuma, fuma
más. Las mujeres están fumando
más. A la mujer le hace más daño que
al hombre. Hace 20 años eran cinco
varones por una mujer. Hoy estamos
en la media de cinco a tres. Los menores
de 18 años están uno a uno, las
niñas y las adolescentes fuman igual
que los hombres de su edad”.
✱✱✱
La texana se enfundaba perfecta en la
cabeza de Wayne McLaren. El chaleco
color café quedaba a la perfección.
El caballo estaba dominado. El hombre
miraba al horizonte prístino, sólo
interrumpido por el humo del cigarro
que fumaba.
En realidad, McLaren no era un
vaquero. Era un actor. No cualquiera,
un Marlboro Man. Su papel era reforzar
la idea de que fumar con filtro no
era un acto afeminado. Al contrario,
era una acción bastante varonil en un
mundo de asombrosos paisajes naturales
en que los hombres libres van
sólo con su cigarro.
Fuera de la pantalla, Wayne seguía
fumando Marlboro. Un paquete
y medio cada día. El hombre envejeció
o se prefirió a otro actor. McLaren
dejó de ser un Marlboro Man. Pero
los de cigarros no serían los últimos
anuncios que protagonizaría.
Los siguientes mensajes que grabaría
para la televisión discreparían
sustancialmente del mundo Marlboro.
Dos años antes de morir, a los 51
años, McLaren se sumaba a una campaña
antitabaco. No montaba un corcel,
estaba postrado en una cama de
hospital. No sujetaba nada: él mismo
estaba atado a una sonda de oxígeno.
Poco después David McLean,
el nuevo Marlboro Man, también se
ahogaba en su propio cáncer pulmonar.
Hasta en el mundo Marlboro los
cigarros matan vaqueros.
Hace años desapareció la publicidad
de tabaco en la televisión. La
nueva ley la desaparecerá de todos
lados, excepto en sitios considerados
como de ingreso exclusivo de mayores
de edad. Ni siquiera habrá promoción
en la tiendita de la esquina, porque
ahí también entran niños.
También llegan a su extinción
ceniceros, encendedores, playeras
y cualquier artículo diseñado para
promover las marcas. El propósito es
alejar cualquier medio publicitario
del alcance de los menores de edad,
identificados como “fumadores reemplazo”.
Seis de cada 10 fumadores se inician
en la adolescencia. La Organización
Mundial de la Salud considera
que la explicación fundamental para
tener esta cifra es la publicidad. Otro
dato: quienes inician el consumo de
tabaco antes de la mayoría de edad y
lo hagan durante dos décadas, vivirán
25 años menos que quienes no hayan
encendido el primer cigarrillo.
—¿Existen razones para pensar
que las tabacaleras están dirigiendo
su publicidad a menores de edad? —se
le pregunta al senador Saro.
—Al hacer publicidad masiva,
en espacios abiertos, obviamente que
llama la atención de los jóvenes y de
los niños. Eso es lo que no queremos.
Yo empecé a fumar a los 14 años. Por
eso creo que afecta mucho la publicidad
a los menores. Me sentía galán
de cine cuando sacaba el cigarro y me
veían las muchachas. La publicidad
invita a adquirir una adicción más
fuerte que la de algunas drogas ilegales.
Es más fácil dejar de fumar mariguana
que dejar de fumar tabaco.
36 | EMEEQUIS | 25 de febrero de 2008
Continúa Saro: “Se limita la publicidad.
Estamos únicamente autorizando
la publicidad para adultos,
para mayores de 18 años. No estamos
permitiendo ya la publicidad masiva
por ningún medio. Preocupa que los
grupos con mayor crecimiento en el
consumo sean niños de entre nueve
y 14 años, los adolescentes y las mujeres”.
Y al considerarse que las cajetillas
son por sí mismas una forma de
publicidad, queda ordenado, como
ocurre en Canadá o Brasil, ocupar
toda la cara posterior del empaque
con la advertencia directa de que fumar
mata. También se empleará otra
leyenda al frente con el mismo sentido
y se mostrarán fotografías con la
colección de daños: pulmones ennegrecidos,
corazones colapsados, bocas
tumefactas.
✱✱✱
Lázaro Mazón, senador del PRD, recuerda
desde siempre un país con fumadores
de cualquier edad, fumando
en cualquier lugar, con publicidad de
cigarros en cualquier parte. En el mejor
de los casos, la advertencia sanitaria
informaba con ambigüedad: “El
abuso en el consumo de este producto
puede ser dañino para la salud”. En
todos lados se fumaba: en los camiones,
en las escuelas, en los cines, en
los consultorios médicos.
Ya no más, se advierte en la nueva
ley. “La intención es que en todos
los sitios no se pueda fumar. En donde
los empresarios quieran hacerlo, deberán
obtener un permiso para ello de
la Secretaría de Salud. En los restaurantes
no se podrá fumar a no ser que
cuenten con áreas libres. Habrá sitios
para fumadores y se tendrá que avisar
de manera clara. Si alguna persona
que no fuma quiere entrar, será por
su decisión y bajo su riesgo”, comenta
Mazón.
Ahora sólo existen divisiones
nominales entre las áreas en que se
permite y se prohíbe fumar. La idea
es que el humo no pueda pasar de un
espacio al otro y que los no fumadores
no deban atravesar áreas de
tolerancia.
Mientras la ciencia reconoce que
la inhalación de humo de tabaco, sea
por su consumo o por exposición indirecta,
es causa directa de decenas
de enfermedades diferentes, no identifica
un umbral seguro. Organismos
nacionales y extranjeros niegan que la
simple separación entre fumadores y
no fumadores sea condición suficiente
para disminuir la afectación de los
segundos.
Tampoco se acepta la eficiencia
en el uso de ventiladores o extractores
de aire, como las tabacaleras han promovido
en el pasado que se haga. Así,
el propósito de los legisladores mexicanos
es ordenar la existencia de espacios
100 por ciento libres de humo,
reglamentar sobre los sitios en que se
podría fumar y normar la expedición
de licencias y delimitación de espacios
físicamente confinados para el
consumo de tabaco.
También se prohíbe la venta de
cigarrillos sueltos y desaparecen las
máquinas expendedoras de cajetillas
por la imposibilidad de restringir
el acceso de tabaco a menores de
edad. Se tendrá registro de los puntos
de venta. El senador Ernesto Saro
considera la necesidad de reglamentar
la expedición de licencias para
el expendio, tal como ocurre con el
tabaco.
* * *
En 1936 Cigarrera La Moderna se
asentó en Monterrey. Luego de cuatro
décadas de desarrollo sostenido
fue adquirida por el gigante internacional
British American Tobacco en
mil 708 millones de dólares, lo que
representó la mayor inversión hecha
por una empresa inglesa en México.
Pero desde entonces, la tabacalera
no ha dejado de perder terreno
y hoy representa menos del 40 por
ciento del mercado mexicano con la
comercialización de 15 marcas. Las
internacionales son Camel y Kent;
la nacional más conocida es Raleigh,
por cierto, la preferida del ex candidato
presidencial Andrés Manuel
López Obrador.
Prácticamente el resto del mercado
está controlado por Cigatam-
Phillip Morris, consorcio en el que
hasta el año pasado tenía participación
al 50 por ciento el Grupo Carso,
de Carlos Slim. Pero el hombre más
rico de México empezó a retirarse del
negocio de los cigarros. Ahora tiene
sólo 20 por ciento.
Desde luego, el tabaco todavía
es un gran negocio en México: más
de 18 mil millones de pesos al año.
—Frente al argumento de la
fuerte sangría a las finanzas públicas
que representa la atención de las enfermedades
relacionadas con el tabaquismo,
las tabacaleras sostienen
que pagan impuestos como nadie.
—¿Cómo se paga la muerte de
alguien? —responde el senador Saro.
Mueren decenas de miles de mexicanos
por fumar. Las tabacaleras pagan
impuestos por 30 mil millones
de pesos al año. El costo, nada más de
las instituciones de salud pública por
tratamientos, pensiones e incapacidades
que genera esta adicción es de
más de 40 mil millones de pesos. Los
argumentos de los impuestos que
pagan las tabacaleras no son válidos.
El número de empleos, si lo comparamos
con el número de muertos, es
de 14 a uno. Esos son debates que no
vale la pena hacer.
De acuerdo con el Instituto Nacional
de Salud Pública, las principales
enfermedades asociadas al
tabaco tienen un alto costo para el
sistema de salud pública del país. Al
Seguro Social, por ejemplo, la atención
anual de un paciente con cáncer
de pulmón le cuesta 148 mil pesos.
Tan sólo el IMSS y únicamente
También se prohíbe la venta de cigarrillos sueltos y desaparecen las máquinas
expendedoras de cajetillas por la imposibilidad de restringir el acceso de tabaco a
menores de edad. Se tendrá registro de los puntos de venta.
25 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 37
por atención médica —incapacidades,
pensiones por enfermedad o
viudez aparte— gasta al año alrededor
de 7 mil millones de pesos para
tratar los males del tabaquismo. Y
la mitad de los mexicanos no tienen
acceso a un sistema de salud público,
por lo que deben costear o medio
costear sus tratamientos con sus
propios recursos.
—¿Se deprimirá el mercado del
tabaco?
—Ha disminuido significativamente
la siembra en México —comenta
Saro—. Una empresa utiliza
tabaco nacional, la otra lo importa.
Hay países asiáticos que están produciendo
tabaco a menor precio.
Suponemos que el número de trabajadores
no va a decrecer y tenemos
elementos para sustentar esa tesis
por lo que ha pasado en países con
leyes semejantes.
Los empleos generados por los
tabacales han disminuido. En 2005,
los trabajos permanentes fueron sólo
de 4 mil 800. Además, existe evidencia
de la explotación infantil en
los plantíos y de las condiciones precarias
de los jornaleros.
Los legisladores dicen que la
nueva ley no disminuirá la venta de
cigarros, ni se desplomará la industria
de la diversión. Luego de revisar
la experiencia en ocho países en donde
se implementaron medidas similares,
bares y restaurantes sufrieron
un caída de entre 14 y 15 por ciento
de sus ventas al siguiente mes de la
aplicación de nuevas reglas. Pero
después recuperaron la clientela y
crecieron ligeramente.
Esto se explica porque los no fumadores
más intolerantes al humo
de tabaco comienzan a visitarlos. Y
en esos países, como en México, hay
más no fumadores que fumadores.
✱✱✱
En 2005, el ex diputado panista Miguel
Ángel Toscano presentó una
iniciativa de ley por la que se aumentarían
los impuestos a los cigarrillos
de 110 por ciento a 130 por ciento. Las
tabacaleras reclamaron que ya estaban
sobrefiscalizadas. Del valor de la
cajetilla de 20 cigarros, 13 son destinados
a pagar impuestos.
La medida estaba pactada para
votarse a favor en el pleno por considerarse
que los incrementos en la
carga fiscal redundan en dificultar
el alcance de los niños al tabaco.
Sin embargo, finalmente la
medida se rechazó gracias a que 83
diputados blanquiazules estuvieron
fuera del recinto durante la votación.
Toscano reveló que las tabacaleras
ofrecieron viajes a sus compañeros
de bancada y a los del PRI a
España, Francia, Costa Rica, Brasil
y Bulgaria. Algunos legisladores
aceptaron.
“(El cabildeo de las tabacaleras)
corrompió a muchos elementos de
todos los partidos, no me atrevería a
decir que muchos del PAN estén involucrados;
yo creo que hay más del
otro lado, en el PRI que en el PAN,
pero por lo menos sí sé que todo lo
que han hecho Philip Morris, British
American Tobacco y Japan Tobacco
en el mundo es lo mismo que han hecho
en México”, acusó Toscano hace
dos años y medio.
—¿Esta vez los representantes
de las tabacaleras no cabildearon con
invitaciones de viajes? —se pregunta
al senador Ernesto Saro:
Vivimos en una democracia y
las tabacaleras están en su legítimo
derecho de defender lo que consideran
justo”, concede el senador Saro.
* * *
Si bien el tema de la salud y el tabaquismo
es viejo, lo que resulta novedoso
es el alcance y el tono de la iniciativa
que se presenta: “La nicotina
es clasificada desde el punto de vista
médico como un veneno violento”,
se define en las motivaciones que
dan sustento a la Ley General para el
Control del Tabaco.
En el fondo jurídico, se disuelve
la contradicción entre el derecho
del fumador, inexistente en todas las
declaraciones de derechos humanos,
códigos, leyes y reglamentos nacionales
e internacionales, y el derecho
universal a la protección contra el
humo de tabaco, consignado en la
Constitución y diversas declaraciones
de derechos humanos y de los niños.
“(Se) respeta la libertad del fumador
a consumir tabaco, no se le
prohíbe hacerlo, pero protege el derecho
de todos a respirar aire de calidad
100 por ciento libre de humo de tabaco”,
se enuncia en el documento.
En el nuevo ordenamiento también
se considera la participación
ciudadana a través de instituciones
públicas, universidades y organizaciones
no gubernamentales. Se dice
a propósito en la minuta:
“Argumentan estos grupos que,
normalmente, quien defiende su derecho
a un espacio libre de humo es
criticado y acusado de intolerante
y descortés y se han confundido los
verdaderos y legítimos derechos humanos
como el de la protección de la
salud. La protección al no fumador
no debe ser catalogada como una
concesión arbitraria sino como una
legítima defensa a la salud”.¶