24.1.08

Licuadora meteorológica



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El vendaval que levantó las dudas

Pedro Díaz G.

Cuando el minutero linda el 30 pasadas las seis de la tarde, una fuerte corriente de aire ingresa a la ciudad de México en su ruta desde Querétaro. Se encuentra con un valle inundado de calor. Y así, la entrada del frente frío número 24 será conocida con el inusual nombre de célula convectiva que segundos más tarde –transformada en intenso vendaval – satura de imágenes desastrosas a la capital del país.

Es miércoles.

Hogares y oficinas son tomados por sorpresa por esta gigantesca licuadora meteorológica.

Primero es el presagio de oscuridad. Levantar la vista equivale a observar al cielo turbarse, agitado, entre ronquidos y bajo una incesante lluvia de rayos. Qué sucede.

Enormes gotas amenazan un torrente. Como la entrada inminente de un huracán; como los atardeceres pegajosos de una tormenta tropical. Pero el agua cede su espacio al aire convulsionado.

Habrá que cerrar las ventanas. Y observar.

¿En el Distrito Federal? ¿vientos así en la ciudad de México? ¡qué miedo!

–Sí –indica Héctor De la Serna, cámara digital a la mano–, estuvo horrible. A mí me tocó saliendo de la prepa y luego en la calle, y de verdad se puso feo. El gesto de miedo entre la gente cambió cuando vimos cómo se empezaban a caer los árboles.

Pero pronto le aclara su mujer, Elda Vivanco, originaria de Veracruz:

–Y esto no es nada. Si vivieras en una costa, donde sí llegan huracanes y los vientos arrasan con todo, te daría mucho más miedo...

–Yo no sé. Pero es un fenómeno extraño.

Lo cierto es que los vientos que se registran este 23 de enero muy pocas veces habían visitado de tal manera el valle de México, según informa Mónica Jiménez, especialista del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

“No es muy común, esto fue generado por una temperatura de casi 27 grados, que es inusual para esta temporada del año”.

–Yo estaba en el doctor y sí fue raro –comenta Diana López–: desde que iba llegando a la zona de Polanco, el ambiente se veía extraño. Las ventanas se azotaban y súbitamente se fue la luz. Y luego, pensar que por 10 minutos de viento ya estás muerto... Eso sí me pone a dudar: ¿es el calentamiento global? ¿nos estamos acabando al planeta?, ¿o de plano, como muchos piensan, ya comenzó el fin del mundo?

* * *

De acuerdo con el SMN, estos vientos tienen las características de pequeños tornados, con vientos de entre 50 y 70 kilómetros por hora y ráfagas de hasta 90 kilómetros.

“Probablemente en determinados lugares de la ciudad se hayan registrado ráfagas de hasta ochenta o noventa kilómetros por hora, es posible que hayan sido tipo tornado, por que las celdas convectivas son como pequeños ciclones, como remolinos, sin llegar a ser un tornado”, declaró Jiménez.

Para Sylvia Montes de Oca, las cosas no son gratas.

–Qué impresionante, ¿no? Tormenta en la ciudad más inmensa del mundo. A tantos kilómetros de una costa. Se oía el viento silbar desde mi habitación en el cuarto piso de la colonia Nápoles.

¿Por qué sucede?

Hay una explicación sencilla:

Tras los días calurosos en la ciudad, con la llegada de la humedad de un frente frío, provoca que el aire se condense y surgen vientos violentos. Aseguran los especialistas: hay en la superficie importantes porcentajes de humedad y calor, se combina con el aire frío de las capas altas de la atmósfera. Y ya. El acabóse.

Lo peor: el SMN no descarta que se repitan este tipo de tormentas en el Distrito Federal. Mientras en esta temporada invernal haya humedad, ambiente frío y temperaturas cálidas en la superficie, las condiciones son favorables para el nacimiento de nubosidad convectiva.

El fenómeno, inclusive, podría iniciar una gira por el interior de la República.

–Cuando volvíamos de Huichapan un cielo negro traía algún mal augurio –narra Andrés Calzada–. Y sí: semáforos apagados y árboles caídos atascaron la ciudad. Una rama estuvo a punto de rompernos el parabrisas. Y tardamos casi cuatro horas en llegar a casa. Yo no tengo dudas: el cambio climático ya está aquí.

El saldo es de cuatro muertos —uno aplastado al caer un árbol a su automóvil: Hugo Castro Lozano, de 28 años, fallece en la colonia Portales (Plutarco y Repúblicas); tres personas no identificadas mueren arrolladas por un camión, cuyo conductor realizaba una maniobra brusca en medio de la oscuridad para evitar un árbol caído—, y una decena de lesionados, cifras relativamente pequeñas tras las dramáticas ráfagas que ocasionan la caída de 140 árboles, afectan a 45 hogares, derrumban 12 espectaculares y hacen añicos 54 automóviles, además de evidenciar la fragilidad de la Compañía de Luz por el gigantesco apagón en más de 200 colonias del Distrito Federal, aunado a la saturación de líneas telefónicas y la caída momentánea del sistema de telefonía móvil.

Uf.

Seis vuelos son desviados en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, aunque se reporta que la energía eléctrica nunca faltó.

¿Una célula convectiva?

Se trata de tormentas muy difíciles de pronosticar, pero de corta duración, aunque se acompañan de viento, lluvia y relámpagos.

¿Es de preocuparse?

El Centro Nacional de Previsión del Tiempo asegura que una célula convectiva es comparable a los tornados que se registran en Estados Unidos, por la rapidez con la que se forman, ya que el lapso de su desarrollo es de apenas unos minutos y la devastación que pueden alcanzar es significativa.

Jesús Carachure Bautista, meteorólogo del Centro Nacional de Previsión del Tiempo, del Servicio Meteorológico Nacional, destaca que las tormentas tropicales tienen vientos de entre 80 y 120 kilómetros por hora, mientras que el aire de la capital registró movimientos de hasta 68 kilómetros por hora, con rachas que pudieron llegar a los 80 y 90.

El investigador destaca que la ciudad se encuentra en pleno invierno y en días anteriores su temperatura osciló entre 22 y 24 grados centígrados pero el miércoles se elevó a 27 y 28. Por ello el aire frío tendió a subir, formando nubes de desarrollo convectivo, las cuales oscurecieron el cielo y provocaron los relámpagos.

El azoro inunda a millones de habitantes del valle de México. La noche se torna en aventuras al parque más cercano. Por ejemplo, en el de Pilares, en la colonia Del Valle, un árbol cruza a manera de barricada toda la calle de Pestalozzi. Las brigadas de jóvenes y curiosos para tomar una fotografía se reunen apenas concluye el fenómeno, cuyos vientos verdaderamente fuertes no soplan más allá de 30 minutos.

En las calles quedan una veintena de vehículos destrozados por los árboles cuya historia se resquebraja en un instante. Los bomberos controlan ocho incendios.

La gente se apodera de las banquetas y, con el afán de llegar temprano a casa, deambula por horas tratando de evitar el caos urbano.

* * *

Técnicamente la tormenta deja fuera de operación 42 de los mil 100 alimentadores de la zona metropolitana; decenas de miles de hogares se quedan sin luz.

Los apagones oscurecien a casi toda la ciudad. Circular por el segundo piso del periférico es una emoción similar a la de presenciar una escena de guerra: la ciudad oscurecida bajo un manto grisáceo, el polvo y la basura surcando los cielos entre relámpagos.

Aragón, Santa María La Rivera, Vallejo, Cuitláhuac, La Villa, Guerrero, Tabacalera, San Rafael, Tlalpan, Viveros, Coyoacán, Del Valle y Portales, son las zonas más afectadas en el Distrito Federal. En el Estado de México: Naucalpan, Huixquilucan y Texcoco.

–Pero no entendemos –advierte Mauricio Navarro– hay gente sigue sin importarle utilizar materiales como el unicel a estas alturas, o quien sigue comprando Hummers, y automóviles que gastan muchísima gasolina, calientan el ambiente y además patrocinan guerras por el petróleo. Hubo casas que quedaron destruidas por los espectaculares que se cayeron, autos desbaratados por los árboles y, bueno, tantas cosas que pasaron ayer que fueron terribles... Imagínense... fue un pequeño viento de media hora. Nada comparado con los tornados en Estados Unidos, y aún así, vean cómo nos fue.

Cómo nos fue:

La avenida Cuauhtémoc es un caos al quedar sin semáforos desde Chapultepec hasta Río Churubusco. Las colonias Doctores, Roma Norte y Sur, Narvarte y Del Valle padecen apagones durante más de diez horas.

En la esquina de avenida Ceylán y Pantaco, Azcapotzalco, un contenedor de carga cae sobre cuatro automóviles; no hay heridos.

Las fallas eléctricas afectan el funcionamiento del Metro, con apagones en las estaciones del tramo Chabacano-Tacubaya, y en la línea 7 de Constitución a Barranca del Muerto. Cuatro líneas de Trolebuses dejan sin servicio a 20 mil usuarios.

La caída de espectaculares afecta al tránsito lo mismo en Periférico y calzada de Tlalpan, en el cruce de Periférico con Observatorio, en Insurgentes Sur y avenida de La Paz, en Mixcoac y Centenario y en Tlalpan y el Eje 8 Sur. En todos lados.

El secretario de Salud del Distrito Federal, Manuel Mondragón recomienda a la población no permanecer en la calle si llegará a repetirse un hecho similar, pero tampoco dejar sus carros estacionados junto a un árbol, ni permanecer al interior de ellos.

Señala que con vientos como los registrados, y en una ciudad tan arbolada, estar en la vía pública puede representar un gran peligro. Por ello: aléjese de transformadores y cables de luz.

Pero, además, el polvo que levanta el viento también puede ser causante de problemas de conjuntivitis e incluso malestares respiratorios.

Antonio Vázquez Cárdenas, meteorólogo del IPN, comenta que el calentamiento global también incide en el recrudecimiento de los fenómenos meteorológicos y por ello es necesario que la gente tome conciencia de que es necesario fortalecer las acciones que contribuyan a mejorar el medio ambiente.

Recomienda a la población podar árboles grandes y eliminar los secos, verificar las instalaciones eléctricas y bases de espectaculares.

Varias colonias permanecen por varios días, sobre todo las de delegaciones como Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Alvaro Obregón e Iztacalco, donde el jefe de gobierno incrementa el número de patrullas y la vigilancia aérea con un helicóptero del agrupamiento Cóndores en la llamada “Operación Sol de Noche”.

–Prepárense –vaticina Jacinto Munguía– que el Apocalipsis ha iniciado.

Quedan ahora muchas dudas: ¿por qué en la ciudad de México?, ¿volverá a repetirse?, ¿estaremos preparados?

La única certeza es que el fin del mundo no tendrá mucho de estético y sí, en cambio, una gran similitud con lo que vivimos los capitalinos en aquella memorable tarde de miércoles: una ventolera capaz de destruir a toda ráfaga nuestra más confortable cotidianidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gustó la historia. lástima que este tipo de acontecimientos sean cada vez más comunes. si creo que nos estamos acabando al planeta. hay que salvarlo.