Ha sido una de las charlas más enriquecedoras de los últimos tiempos; al menos para mí.
Gracias, Sylvia, gracias, don Jorge.
Banderilla es un sitio para volver. Una y otra, y otra vez.
Y de la mano de estas historias... Uf.
La sola mención de su nombre, Jorge Saldaña, remite a una buena parte de la población a evocaciones de una televisión inteligente; de aquellos tiempos: Sopa de letras, Sábados, Desayunos... Larga trayectoria la de este crítico nato que a los 76 años se presenta más prolífico que nunca: este mismo año ha editado un libro: porjoder.com, produjo un disco de parodias y, este 24 de noviembre el Teatro de
Banderilla, Veracruz.— A un lado del número 89 de la calle Juárez, una vereda sube, en medio de las casas típicas de esta hermosa parte de Jalapa, llamada también
Acogedora construcción a dos aguas con terminados en madera; cuadros y fotografías que remiten a sus padres; el pórtico como pequeña oficina, y junto a la sala un pequeño estudio de grabación.
“Pasen, bienvenidos”, se escucha.
Locutor desde los años sesenta, periodista dedicado sobre todo a la radio y la televisión, el hombre de 76 años recibe a eme-equis. Inicia entonces el reencuentro con quien sedujo a varias generaciones de padres, ávidos por enriquecer la cultura de sus niños, a quienes nos ponían a ver todo el sábado por la mañana los programas que durante más de 30 años nos brindó ese singular cronista de los tiempos modernos.
De muchos temas habla en esta charla: de su relación con el poder: “pésima”, de su ex patrón y amigo Emilio Azcárraga Milmo: “encantador o temible”; del XX como el siglo perdido para la democracia en México; de la burda intención de Telesistema y el Ejército mexicano de engañar a los televidentes con una explicación “absurda” de la matanza en
Relajado, tan lúcido como siempre, abandona cerca de la cocina el bastón que desde hace algunos años le ayuda a mantener el paso. El comedor en la terraza posterior, nos recibe. Hojea dos ejemplares de eme-equis. E iniciamos lo que podría llamarse: Jorge Saldaña en ocho estampas.
Primera, analizando a un grillo cantor:
--Crecimos Con Sopa de letras, con Sábados con Saldaña, recordamos los Desayunos del 13 ¿Cuántos años ha estado usted en la televisión?
--Fueron 15, luego 22 y aquí ya llevo tres años en
--¿Y la idea de analizar a Cri-Cri?
--Surgió. A mí siempre me ha gustado cantar y hacer canciones. Y entonces, poco a poco, desde que teníamos
--Cantante... Una faceta poco conocida.
--En París, para sobrevivir, yo canté en los cabaretuchos. Y ahí también grabé un disco de canciones de
--Pero, ¿Cri-Cri?
--Siempre he tenido la idea de cantar las canciones con las cuales siento una cierta similitud patológica. Es decir: a mí me encantan las canciones que tienen un gran sentido de frustración, o de elitismo, o de tanatofilia, amor a la muerte; o necrofilia. Y lo de Cri-Cri surgió un poco en broma y platicando con los cuates, y con el sicoanalista José Antonio Lara Peinado, a quien le dije, a ver: ¿qué era
--Son frases que quizás pasan inadvertidas.
--Y el descubrimiento fundamental es que Cri-Cri era un crítico social de primerísima categoría. Él no podía criticar, porque era una hechura de Telesistema Mexicano, hoy Televisa. Él denunció el racismo en las canciones de los negros que querían ser blancos. Él tiene cuentos en contra de los publicistas, siendo que Telesistema era una institución que nació y proliferó gracias a los publicistas. Por ejemplo los Tres Cochinitos, obviamente son patologías gubernamentales: el edifico, el frustrado, el que no logra nada porque se cayó de la cama y se puso a llorar, y el que quería todo para él, que es la patología más constante en un político.
Estampa dos: ¿don Jorge, dónde andaba?
--A nivel nacional, por lo menos, ha pasado algún tiempo sin haberlo visto. Pero continúa tan actual y actualizado como siempre. Prueba de ello sea acaso el disco de doce parodias surgidas de boleros tradicionales y que hablan del México 2007. ¿Dónde andaba?
--Sucede que en México las nuevas generaciones no le conocen. Pero a la gente de cierta edad el simple nombre de Jorge Saldaña le remite a evocaciones, a reminiscencias, a otros tiempos.
--En México lo que no está presentado, auspiciado y acariciado por Televisa, no existe. Y entonces yo tengo muchísimo orgullo y vanidad personal en que en la medida de mis posibilidades, y a mi edad, puedo trabajar, la gente va a verme. El otro día fui a Tulancingo y aquello estaba repleto de gente que oye lo que digo en los programas y entonces, vaya, me considera, digámoslo así, y asiste. Evidentemente no soy un cantante, no es esa mi finalidad; ni tener una buena voz, que no la tengo, pero sí presentar algo modesto, sencillo, y que la canción tenga algo qué decir.
Jorge Saldaña nació en Jalapa por cuestiones hospitalarias, pero su crianza fue en Banderilla. Esta casa donde hoy conversamos, cuyos arcos de madera, detalles de objetos olvidados, pintura, arte y letras, hace algunas décadas era la mitad. Se ha ido agrandando. Nació Jorge Saldaña en este pueblo y aquí se educó (“bueno, corrijo: me deformé”) con la rocola.
Toda población que se precie tenía una cantina y una rocola. Y sonaba fuerte, como suele ser el criterio de la gente de pueblo, y se escuchaba en todo el pueblo. “Y yo me subía a aquel cerro y se oían hermosísimas las canciones de Daniel Santos, de Pedro Flores. Era muy, muy bello”.
--Qué diría a quien no lo ha visto en tanto tiempo. Yo mismo pensé que había sido vetado por la televisión.
--Admitido a carta cabal nunca lo fui, desde que estaba joven aquí en Jalapa, prácticamente me sacaron: los compañeros dijeron que harían una huelga si yo continuaba trabajando. O sea que no era el patrón, eran tus mismos compañeros. Yo fui un personaje que transitaba entre la postura contraria al criterio mercantil o empresarial, que podría perjudicar a un concesionario de radio y televisión, pero tampoco era bien visto por el mismo sindicato.
La última vez lo corrió Rogerio Azcárraga, porque presentó la entrada de Cuauhtémoc Cárdenas a la regencia de México.
Pero eso es otra estampa.
La número tres: transoceánica despedida del trabajo.
Vivía Jorge Saldaña en Francia; una vez más. La ciudad lux era el refugio de su voz, desde allá lanzaba ironías y críticas al poder en un programa de radio. Que lo cuente él. Narra:
“Debo decir que me exilié cuando el Canal 13 fue vendido a los Salinas y una de las condiciones en el traspaso fue que los programas que yo conducía salieran del aire. Anatomías, Sopa de letras, Nostalgia, Desayunos del 13, La casa de los muchachos y otros más
“Pronto logré ser contratado, como siempre, de palabra, por Rogelio Azcárraga para Radio Fórmula, y así comencé a transmitir por teléfono desde allá.
“Cuauhtémoc Cárdenas había triunfado y era el elegido para gobernar el Distrito Federal. Esa mañana hacía su entrada triunfal al Zócalo y millares de mexicanos esperanzados se aprestaban recibirlo y aclamarlo. Finalmente la ciudad de México sería gobernada por un pensamiento alternativo, el PRI había sido derrotado. El PAN no existía.
“Había yo concertado con mi querida amiga que a la hora de entrar al Zócalo Cuauhtémoc, me narrara por celular, lo que ella veía, lo hizo muy bien sin ser locutora y se escuchó claramente la ovación cuyo sonido llegó por el celular a París y retachó vía telefónica a mi programa que en México era recibido por Antonio Escobar y transmitido por Radio Fórmula.
“Ya para terminar el improvisado reportaje me dice Antonio.
--Quiere don Rogerio que cortemos la transmisión.
“No hubo poder humano que convenciera a Rogerio Azcárraga para que la restableciera, como tampoco hubo poder humano para impedir que me expulsara de su estación.
“Es el mismo Rogerio que ahora en
“¿No le da pena don Rogerio? Acuérdese que a pesar de ser amigos, usted con ruindad me corrió, sólo por haber tenido la osadía de presentar algunos sonidos de un acto democrático que usted no toleró. ¿Con qué cara ahora se ostenta como defensor de la libertad de expresión?
“Le demandé y le gané el pleito. Ya le digo, pues a ellos nunca les he gustado. Y eso que éramos amigos. Imagínese. Y fue ahí a declarar y todo. Y me tuvo que pagar algo, no sé, no creo que se haya quedado pobre. Pero esa fue la última vez que me corrieron. Pero la lista es larga...
Estampa cuatro: París mon amour
Partió Jorge Saldaña a París en 1989. Pero no era la primera vez. Desde joven esa ciudad fue su refugio.
--Sí, me fui a París en
Así pasaría la vida este hombre, trovador, melancólico, bohemio. Años sesenta y la música latinoamericana se establecía en París: Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Los Paraguayos... Fue Jorge Saldaña el primero en interpretar
--En París, ¿tenía departamento?
--No, vivía en hoteluchos, que es como se debe vivir en París. Bueno, la vida en París, en mi caso, era muy agradable, porque en el tiempo que estuve trabajé como locutor de
--¿Escribía?
--No, versos que se me ocurrían así nada más, no de una manera periódica.
--Porque muchos escritores se fueron a refugiar a la orilla del Sena.
--Claro, ahí conocí al viejo Nicolás Guillén, un cubano con el que platicábamos entre copas. Ahí estaba Cortázar, el de Rayuela. No lo conocí más que de lejos. Y en la casa de México, lo recuerdo tan bien, vivían Cuauhtémoc Cárdenas, Emilio Muñoz Ledo y Manuel Bartlett, cuando eran estudiantes.
--París mon amour...
--Hasta que me encontré con Emilio Azcárraga Milmo y lo decepcioné porque él pensó que yo iba a ser un colaborador fiel a sus ideas. Y yo era muy su amigo, lo apreciaba mucho. Él era un hombre de un temperamento muy controversial, era bueno hasta la exageración, cuando estaba de buen humor, y temible cuando se enojaba. Yo conocí los dos Emilios. El bondadoso y amistoso, cuando quería, y el temible. El temible.
Quinta estampa: no es la pobreza la que desnuda a los hombres
Contesta Jorge Saldaña un par de llamadas, firma cheques, evoca, vuelve a la plática, nos obsequia un par de libros, porjoder.com y Léxico, creo en ti, y regresamos de Banderilla con un disco de parodias bajo el brazo.
--¿Cómo fue su relación con el poder?
--Pésima. El libro porjoder.com tiene como principal incentivo, es decir, la palanca patológica, es la dificultad de aceptar el poder. O de una manera muy pretenciosa de mi parte, denunciar, revelar o encontrar la podredumbre del poder, no podredumbre, sino las características del poder. Un buen día le dije a una colaboradora, vamos a Acapulco, te voy a dictar. Y como en cuatro o cinco días hice la mayor parte de los aforismos o dichos o dicharachos que tiene el libro.
“El primer aforismo que me gustó, con el que inicio, dice: no es la pobreza la que desnuda a los hombres. Es el poder. A debida cuenta de que usted no conoce a nadie sino hasta que tenga poder. En la pobreza, en la mediocridad, usted puede encontrar un amigo, pero si se hace poderoso ahí es donde efectivamente se revela todo lo que trae dentro. Y eso es una realidad incontestable. Nosotros no sabíamos quién era Fox. Era un grandote simpático que hablaba con dicharachos de campo, pero nunca pensamos que era la, iba yo a decir alimaña, pero no... Sí, casi todo viene relacionado a un reproche por el mal uso del poder”.
--Pero ha sido la historia de México de todos los sexenios.
Frase mágica: Jorge Saldaña cavila, desmenuza y atreve:
--Nosotros, los mexicanos, tenemos la posibilidad de decepcionarnos cada seis años, para olvidarlo poco después y volvernos a decepcionar al cabo de otros seis años. Es decir, nuestra ilusión, así como hay ciclos primaverales y en cada primavera reverdece, en nosotros los mexicanos hay ciclos sexenales y cada seis años reverdece nuestra esperanza para tres meses después volvernos a decepcionar.
--Y no importa de los colores de los que se hable.
--No importa. Pues hemos sufrido decepciones de toda índole, desde cuando estaba Ávila Camacho que al poco tiempo se supo que estaba muy presente en torno a los crímenes de su gobierno. Los crímenes y los robos. Finalmente es la insaciabilidad del poder. Yo creo que de niños tuvieron muchas carencias, o les faltó tanto cariño, tanto papá o tanto amor que en realidad digo ¿cómo se pueden guardar despensas y no entregarlas al que se está muriendo ahogado?
--No tienen ni diez centavos de moral.
--Ni diez centavos. El siglo pasado fue un siglo perdido para la democracia. Diez años de Porfirio Díaz,
“La democracia es lo que menos conviene al capital. En México vivimos por un empresariado. Mire, aquí yo hago una prueba terriblemente concreta: una cajota enorme de papas cuesta 20 pesos en Perote, a
“Y llámele Tratado de Libre Comercio, o lo que sea, pero eso no es gobernar. Para mí eso es un fracaso de la economía, cómo va a ser que quien lo vende gane el 80 o el 90 por ciento del producto.
--No va de acuerdo a un equilibrio social.
--No, en lo absoluto. Y se trata de que no haya.
--¿El sistema mexicano es sui generis, es algo de verdad muy extraño el torno al resto de la aldea global, al mundo entero?
--Puede ser sui generis, como usted dice, pero más brutal. Porque el mexicano está educado por la televisión a ser paciente. La pasividad del mexicano es inmensa. Para que un mexicano reaccione, se agrupe y proteste, cuesta muchísimo. Los guerrilleros mexicanos son un hermosísimo y paciente grupo ideológico, con una educación extraordinaria. Sus protestas pueden ser en
Estampa número seis: las responsabilidades del pasado.
Es mediados de 1968: el movimiento estudiantil ebulle, las manifestaciones se multiplican y el silencio en los medios es absoluto. Cuenta Saldaña que para su programa, Anatomías, sugirió a Azcárraga Vidaurrreta un programa de debate con 30 personajes claves en la historia. Sería un espacio para escuchar a los estudiantes. “Es necesario que la gente sepa lo que está sucediendo”. Pero no. El dueño de la señal “salió corriendo con la pretendida lista de invitados a gobernación. Y volvió diciendo: se va a hacer, pero no con los que tú digas, sino con los siete que nosotros escogimos”. Evidentemente el programa no tuvo la fuerza que el periodista anhelaba.
Pero lo peor surgiría después: una vez cometida la matanza, y eso que revela el libro de Jacinto Rodríguez Munguía,
“Me exigían que hiciera un programa en donde, con maquetas, un general explicaría a los televidentes cómo el ejército mexicano defendió a los estudiantes de francotiradores comunistas”.
--Qué versión.
--Absurda. Nadie la creería. Y me negué. Sí se realizó el programa, lo hizo un conductor que empezaba su carrera y la verdad es que quedó muy burdo, muy mal y no pasó al aire. Aquel conductor volvió a Monterrey después de esta experiencia y yo nunca volví a saber de él.
Obvio: felices días al otro lado del Atlántico.
Estampa siete: el temible bondadoso.
Dos de Emilio Azcárraga Milmo. La buena.
--Con el chico, alguna vez le dijimos: “Fíjese que nos invitaron a Alemania a un congreso de televisión a Emilio Larrosa y a mí, y ya tenemos todo y nomás queríamos que lo supieras y que 15 días vamos a estar por allá”.
--No. Qué congreso ni qué la madre –respondió--. Van nomás a dar lástima, se van a ir sin dinero. Van a decir que en México son pordioseros y no. A ver, que les den cinco mil dólares a cada uno para su pinche viaje y sáquense de aquí. Uf. Cinco mil dólares, en aquel momento estaba de buenas.
Y la mala:
“Cuando presenté a Vicente Lombardo Toledano, lo llevé sin avisarle a nadie. Y Emilio estaba en una comida, le avisaron, pues se bloquearon los teléfonos de felicitaciones, porque Lombardo habló muy bien del papa. “A ver. Quiero una explicación, me dijo. Estaba encolerizado. Y respondí: esto se puede reproducir en todo el mundo. Y le repetía mis argumentos: que telesistema había quedado muy bien porque mostraba una libertad de expresión. Y dijo: a ver quién quedó bien. Pues quedamos bien todos. Quedas bien tú como propietario, queda bien la televisión, quedo bien yo. Y queda bien el programa.
--Y Lombardo, ¿cómo queda?
--Pues también queda bien.
--Ya ves, grandísimo pendejo. Aquí no nos interesa que Lombardo quede bien. Un desgraciado comunista no puede quedar bien en nuestra estación. Sácate. Y me fui, me fui, una vez más, tres o cuatro meses a París.
Última estampa: un triste mérito:
Jorge Saldaña reclama "el triste mérito de tener el mayor número de despidos, censuras y cortes a programas de radio y televisión". Y enumera: "Por presentar a Lombardo Toledano, a la muerte de Juan XXIII; por Anatomía de la píldora anticonceptiva (sacado del aire); por cantar canciones al Che Guevara; por no hacer programa especial de Tlatelolco; por Anatomía de
Y ahora, las parodias. Canciones populares a las que les pone una letra política: Camelia
¿Por qué uno de los cochinitos quería 500 pasteles nomás para él?
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